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La terrible historia de Pedro Canché

La terrible historia de Pedro Canché

Marta Durán de Huerta*

Pedro Canché es un periodista maya encarcelado injustamente. A lo largo de años, Pedro ha reporteado y documentado lo que sucede en su natal Quintana Roo, en especial en lo que hasta hace poco fue selva en el Sur del estado, muy cerca de la frontera con Belice.

Todo mundo conoce Cancún y la Riviera Maya, lugares turísticos por excelencia que deslumbran por el lujo de sus hoteles y la belleza de sus playas, pero a 200 kilómetros de donde se hospedan los ricos y famosos, los mayas viven en la pobreza extrema.

 “No sólo nos excluyen de la economía, sino también de las noticias. Las terribles cosas que suceden acá no las reporta nadie. Por ejemplo, la epidemia de dengue hemorrágico se mantuvo en secreto para que los turistas no se asustaran y siguieran viniendo a Quintana Roo a pesar de que hubo 5 mil muertos; ellos fueron indios mayas y eso no le importó a nadie”, dijo Pedro Canché a esta reportera que lo visitó en la cárcel municipal de Carrillo Puerto.

Lydia y María Canché, hermanas de Pedro, me concedieron una entrevista en la puerta de la cárcel:

“Mi hermano trabajó en Novedades de Quintana Roo y también fundó la revista Posdata; él es reportero experimentado, no es ningún principiante, pero aquí publicaron en los periódicos que Pedro no es periodista y que nadie lo conoce; eso es mentira. Yo pido que lo liberen porque es una persona totalmente inocente.”

Es día de visita. Sólo los familiares pueden entrar a prisión. Están prohibidas cámaras fotográficas, celulares, grabadoras y cualquier cosa que pueda dar fe del hacinamiento en la cárcel.

 “La noche que fue llevado a prisión, mi hermanito recibió una paliza que no lo mató de milagro, y al amanecer lo tundieron por segunda vez. Los golpes fueron tan fuertes y tupidos en la cabeza que Pedro perdió temporalmente la movilidad de piernas y brazos”, cuenta Lydia conteniendo la desesperación. “Queremos que se investigue. Las cosas no pueden quedar impunes. No es justo. Los presos comunes que golpearon a mi hermano quedaron libres”, agrega María.

¿Ese fue el pago? Con toda incredulidad “los presos comunes que tenían sentencias por 1 o 2 años de prisión que golpearon a mi hermanito ya están libres”.

Las hermanas narran acongojadas: “Lo llevaron a un hospital para hacerles exámenes pero no conocemos los resultados. Supuestamente le hicieron una tomografía pero no la hemos visto ni su abogada ni ningún doctor. Lo trajeron de regreso a prisión y ni siquiera le han dado una aspirina para el dolor”, señala Lydia.

Delitos fabricados, proceso prefabricado

Pedro Canché es un hombre pobre sin posibilidad de pagar un abogado. Por esta razón Articulo 19 –organización defensora de la libertad de expresión– se hizo cargo de su defensa legal. La abogada Araceli Andrade, colitigante del caso, nos dice en entrevista:

 “A Pedro Canché se le acusa falsamente del delito de sabotaje, y eso, aquí en Quintana Roo, es un delito grave (artículo 204 del Código Penal) por lo que no hay posibilidad de salir de prisión bajo fianza ni tampoco puede pedir un amparo. Está preso desde el 30 de agosto de 2014. Canché tendrá que llevar su juicio dentro de la cárcel aunque se le presuma inocente.”

Andrade es una experimentada litigante que llevó el caso de Lydia Cacho, muy parecido al de Pedro Canché por la fabricación de delitos, encarcelamiento injusto y el usar toda la fuerza del Estado para callar a un periodista.

 “Pedro le ha dado, durante más de 20 años, voz a los reclamos de los indios mayas en temas tan delicados como los brotes de dengue que mataron a tanta gente en el centro del estado, la falta de hospitales bien equipados, entre otros. Pedro mezcla periodismo con activismo para resolver los problemas de las regiones mayas en las que él trabaja; él es indio, es maya y periodista independiente”, apunta Andrade.

Con clara indignación, afirma: “la denuncia de sabotaje está totalmente armada. Se trata de una colusión muy burda entre la Procuraduría [General de Justicia] del estado y el Tribunal Superior de Justicia imputándole un delito que él no cometió cuando Canché sólo estaba ejerciendo el periodismo, al reportear protestas en las oficinas del Sistema de Agua Potable en Felipe Carrillo Puerto. El único problema de Pedro Canché es haber ejercido su oficio de periodista, su derecho a recibir y emitir información.”

Andrade desgrana la cadena de violaciones al debido proceso:

 “La denuncia fue armada en tiempo récord, 49 horas, mientras que normalmente esos trámites llevan 1 año y medio. Todo el proceso hasta su orden de aprehensión llevó sólo 10 días. Eso nos hace presumir que todo ya estaba armado en contra de Pedro. Además, como se trata de una acusación muy grave, debe haber varios peritajes, varias testimoniales.”

La abogada sabe por experiencia que hay un modus operandi para castigar y censurar a los periodistas que no se venden:

“A Pedro nunca se le llamó a declarar. No se le respetó el debido proceso, a tal grado que la denuncia está fechada el 20 de agosto y el peritaje es del 19 de agosto. El perito afirma que fue llamado por la Comisión de Agua. Eso es absolutamente mentira. Nadie que no sea un juez puede pedir los servicios de un perito.”

La abogada va subiendo el tono de voz conforme junta argumentos: “Desde el punto de vista estrictamente jurídico, he encontrado una serie de abusos y arbitrariedades cometidos por la Procuraduría General de Justicia del Estado; entiéndase que esta instancia pertenece al Poder Ejecutivo; esto significa que el gobernador, Roberto Borge Angulo, es responsable de cualquier asunto de la Procuraduría. Para lograr la orden de aprehensión y el auto de formal prisión de Pedro Canché, entra en colusión el Tribunal Superior de Justicia. Estamos ante un caso claro de abuso de poder y de cómo todo un sistema se puede venir encima de una persona.”

¿Qué es lo grave de este asunto?, se pregunta Andrade en monólogo y responde: “las violaciones a los derechos humanos y derechos procesales de Pedro Canché son tan flagrantes como que el que la denuncia la haga el director de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado. Pedro solamente documentó una protesta de la Comisión de Colonias Populares en contra de los cobros excesivos de agua. Canché fue fotografiado haciendo entrevistas y tomando fotos. Según las periciales, eso dizque demuestra que Pedro estaba saboteando la administración y el surtido de agua potable en grave detrimento al estado. Se acusa a Pedro de haber liderado las protestas y el plantón. Todas esas acusaciones son tan falsas como absurdas”.

—¿Esto es una venganza política?

—Absolutamente. Justo en esos días, Pedro Canché subió a YouTube un video donde hace señalamientos muy precisos al gobernador del estado. El gobernador, a través de sus golpeadores cibernéticos, como Lino Magos [irónicamente director de la Defensoría Pública], empezó a atacar a Pedro en las redes sociales [Twitter]. Pedro es un preso político, es un preso de conciencia –sentencia la abogada.

Chan Santa Cruz y Carrillo Puerto

La prisión de Carrillo Puerto está en la selva, la misma que dio cobijo a los esclavos mayas que escaparon de las haciendas de henequén en los tiempos de la Colonia. Cada vez que alguien huía, era cobijado por esa selva que, aunque baja, era lo suficientemente tupida para esconderlo.

Cuenta la leyenda que en el tronco de una ceiba, el árbol sagrado de los mayas, apareció una pequeña cruz parlante, que le dijo a los indios que debían luchar y liberar a sus hermanos. También la Chan Santa Cruz les dijo que erigieran ahí un santuario en su honor.

Los mayas atacaron las ciudades de los amos blancos y se llevaron como rehenes a todos los santos de las iglesias católicas. “Con los dioses de los esclavistas en nuestro poder, ganaremos la guerra”, pensaron los indios libertos. Pero las cosas no salieron según los planes mayas y la guerra duró casi 200 años. El santuario maya aún existe. Los santos católicos siguen como rehenes y también la guardia que vigila que nadie vaya por ellos. Fue hasta la década de 1930 que el gobierno de México pudo contener a los indios rebeldes de la llamada Guerra de Castas.

Chan Santa Cruz, ese oasis de los esclavos mayas, se convirtió en una pequeña ciudad bautizada Felipe Carrillo Puerto, en honor a un gobernador socialista de Yucatán que llegó al poder por la vía del voto en los albores del siglo XX. Carrillo Puerto hizo tantas cosas buenas por los pobres, las mujeres y los indios que el gobierno central “no tuvo más remedio” que fusilarlo. Las cooperativas mayas eran muy “nocivas” a los negocios…

Qué ironía que precisamente un periodista indio, maya, oriundo de Chan Santa Cruz, esté injustamente preso en la cárcel de Carrillo Puerto.

Marta Durán de Huerta*

*Socióloga y periodista, corresponsal de Radio Nederland en México

 

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Contralínea 414 / del 30 de Noviembre al 06 de Diciembre del 2014