A nueve meses de concluir el actual sexenio, el sector eléctrico –vital para el desarrollo social y económico del país– se encuentra entrampado y secuestrado por un grupo de funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
A pesar de haber obtenido apoyos presupuestales, ha dado resultados negativos. Pone en riesgo no sólo el abasto oportuno de electricidad para los ciudadanos de muchos Estados, sino también la instalación del nearshoring que representa millonarias inversiones en diversas regiones del territorio nacional.
La empresa productiva del Estado, sólo ha obtenido ganancias en el primer año de la actual administración: en 2019, reportó utilidades por 3 mil 214 millones de pesos. Sin embargo, la efímera bonanza se ha visto rebasada por las pérdidas acumuladas. En 2020, los números rojos aparecieron en el escenario de la CFE, con pérdidas de 46 mil 780 millones de pesos.
En el 2021, las cosas no cambiaron. La debacle financiera llegó a 95 mil 371 millones de pesos, y en el 2022, 50 mil 671 millones de pesos. Tan sólo en el tercer trimestre del pasado 2023, los números rojos eran de 1 mil 567 millones de pesos.
No parece lógico ni aceptable que –bajo la conducción de Manuel Bartlett y personajes señalados de corrupción como Guillermo Neváres– la CFE entregue pésimos resultados, aun cuando los diputados han aprobado una inyección de recursos sin precedentes en los Presupuestos de Egresos de la Federación (PEF), durante los últimos años.
En 2021, el PEF destinó 571 mil 237 millones, pero los ingresos fueron de 431 mil 192 millones; en 2022, recibió 567 mil 199 millones de pesos y reportó ingresos de 445 mil 62 millones de pesos; en el 2023, se le asignaron 475 mil 614 millones de pesos y se estima que sus ingresos totales apenas superarán los 398 mil millones.
Para 2024, se estableció un incremento del 7 por ciento –493 mil 380 millones de pesos– en el PEF. Surgen dudas: ¿Qué está pasando con la política energética en la CFE? y ¿Por qué los apagones, sobre todo en época de calor, se han vuelto un problema recurrente en diversas zonas del país?
Expertos señalan que los funcionarios de la CFE han buscado darle prioridad al tema de la generación de energía. Dejan en un segundo término las áreas de Distribución, las cuales, por cierto, tuvieron un decremento del 34 por ciento en el PEF para este año. También, degradaron las áreas de Transmisión, a las cuales se les redujeron sus recursos en 29 por ciento.
Parece increíble que los altos mandos de la CFE traten de ignorar que los apagones en la época de calor se han debido a fallas en la red de Distribución. Asimismo, han anunciado proyectos de ciclo combinado para la generación, pero todo parece indicar que ninguno estará concluido antes de que finalice el sexenio.
En tal sentido, el escenario no parece alentador para miles de usuarios de las zonas cálidas del país. Ante la carencia de inversiones en proyectos para aumentar las redes de transmisión y distribución, los apagones irán en aumento. Sobre todo, si se considera que los efectos del cambio climático han venido disparando los termómetros en los últimos años. Esta situación ha provocado que la demanda de energía llegue a niveles nunca vistos.
La responsabilidad de los directivos de la CFE es absoluta. La empresa pública viene ejerciendo la exclusividad en las áreas de distribución y transmisión. En éstas mismas, se presentan los llamados cuellos de botella del sector.
Al darle prioridad a la construcción de centrales de generación, sobre todo de ciclo combinado, se ha dejado el impulso a nuevos proyectos de transmisión y distribución. Esto deriva en congestionamientos en la red. Incluso la recién creada CFE Telecomunicaciones tendrá una inyección presupuestal de 12 mil 553 millones de pesos en este año.
Las afectaciones y deficiencia en el servicio no sólo amenazan con impactar a la sociedad, sino también pueden convertirse en un motivo para que muchas empresas extranjeras –que están valorando sumarse a la relocalización, o nearshoring– desistan en sus proyectos de inversión, al no tener garantizado el abasto de energía eléctrica. Estas negativas dejarían a los gobiernos estatales sin la factibilidad técnica para que lleguen estas compañías y generen las fuentes de empleo que tanto se necesitan en muchas regiones del país.
Otro de los temas –que deben ser valorados en el terreno de ineficiencia y corrupción– es el número de empresas contratistas que se disparó de manera escandalosa en la gestión de los actuales funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La cifra llegó a 9 mil.
Nunca antes en ningún gobierno, la CFE se permitió tales excesos. Por lo tanto, resulta una abierta contradicción a la política de austeridad, en el hecho de entregar la materia de trabajo a empresas particulares. Como se ha demostrado en los últimos dos sexenios, éstas son el nicho perfecto para los negocios irregulares e ilegales.
Un ejemplo quedó registrado en el sexenio del narcopresidente, Felipe Calderón. Tras el cierre de Luz y Fuerza del Centro –donde se despidió a 44 mil agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)–, los directivos de la entonces llamada “Empresa de Clase Mundial” abrieron de par en par las puertas de la CFE a voraces contratistas. Además, elevaron el costo de las operaciones y ofrecieron un pésimo servicio en la zona centro del país.
La ruta de las necesidades de operación para el sector eléctrico nacional debe replantearse. Para que así, ni la sociedad ni la economía paguen las consecuencias de funcionarios que están haciendo las cosas al revés.
De igual manera, los diputados y senadores deben preguntarles sobre el costo y transparencia en la asignación de millonarios contratos a estos 9 mil contratistas que se han apoderado silenciosamente de la empresa pública.
Martín Esparza*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas