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Prisión

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Veinte años en prisión

Al volver a la ciudad de la cual salí hace 2 décadas no pude reconocerla. Más allá de las obvias transformaciones urbanísticas (casi babilónicas a mis ojos aún no manchados de asfalto) de algún modo me latigueó el contemplar ciertas expresiones de la gente en la calle: resignación, indiferencia, fastidio, “callada desesperación”; una sorprendente cantidad hablando por celular, otros encerrados en sus propias rejas invisibles, ¿acaso esa apatía extrema de las masas que precede a los totalitarismos? Algo ha cambiado en todo caso, pero al mismo tiempo todo sigue igual, sólo más cerca el presagio de una catástrofe largamente anunciada, el monstruo de asfalto al borde del infarto vial con sus 7 millones de automóviles circulando diariamente y que convierten prácticamente todas las horas del día en horas pico, lejos ya la urbe que cantaron vates como Efraín Huerta (con amor-odio), atrapada toda nostalgia libertaria y bucólica, cualquier añoranza frayluisdeleonesca (“Que descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda…”).

Estados Unidos: la mayor cárcel del mundo

Sólo en Estados Unidos se encuentra el 25 por ciento de toda la población mundial encarcelada. En las prisiones de ese país más de 1 millón 500 mil personas viven, generalmente, hacinadas.

¿Es posible la readaptación de los presos?

Acaso un “no” categórico sería la respuesta inspirada por ese escepticismo crónico que impera con respecto de los asuntos públicos: sano mecanismo de defensa colectivo.

Indígenas inocentes: lustros en la cárcel por discriminación

Indígenas de Guerrero permanecen encarcelados por más de nueve años sin recibir sentencia. Se dicen inocentes de los cargos que se les imputan. Si son absueltos, el tiempo transcurrido y la salud deteriorada no podrán ser resarcidos. “Se está violando la Constitución”, señalan defensores de derechos humanos, quienes advierten discriminación y saña contra los inculpados por ser indígenas

Vida deplorable en las prisiones

Ya nada parece sorprendernos. Apenas el 4 de enero pasado, una “riña colectiva” (así fue denominada por las autoridades a pesar de su magnitud) causó

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