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Siria: ¿guerra civil o intervención?

¿Levantamiento popular contra un régimen opresivo? ¿Lucha de un pueblo árabe deseoso de una democracia de corte Occidental? ¿Estertores de un régimen político superviviente de otra época? ¿O una manera de lograr las “reformas estructurales” en un país soberano?

La contrarreforma laboral o el retorno a las cavernas del capitalismo salvaje

El 4 de marzo de 1933, en su discurso de toma de posesión de la presidencia estadunidense, ante una población brutalmente golpeada por el colapso del “libre mercado” decimonónico, que arrojó a millones de personas al desempleo y al infierno de la miseria, Franklin D Roosevelt pronunció una de sus famosas expresiones: “Déjenme afirmar mi firme creencia que a lo único que hay que temer es al propio temor”, resonancias de las palabras del griego Epicteto de Frigia, (55-135), el filósofo griego estoico que algún tiempo fue esclavo en Roma: “No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.

¿Legalizar la moderna esclavitud?

Como trabajadores tenemos derecho al empleo, a la estabilidad laboral, a la jornada de ocho horas, a las prestaciones, al séptimo día de descanso, derecho de asociación, de huelga, servicios de salud, educación, vivienda. Nada de esto se cumple con los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN). Ahora quieren hacer una reforma laboral para “legalizar” el despojo de nuestros derechos que, por otra parte son irrenunciables, pues nos pertenecen por el sólo hecho de ser humanos.

Golpe de Estado contra los trabajadores

El proyecto de reforma laboral enviado al Congreso de la Unión por Felipe Calderón, con carácter de “preferente”, encierra un auténtico golpe de Estado en contra de millones de trabajadores no sólo de la ciudad, sino también del campo, a los que se pretende anular sus derechos consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en la Ley Federal del Trabajo, tales como la estabilidad en el empleo, el salario remunerador, las condiciones dignas de trabajo, la seguridad social, el derecho a huelga y la libertad sindical, entre otros.

El acceso a la información pública: asunto pendiente en México

La propuesta de iniciativa que ha presentado el presidente electo Enrique Peña Nieto, en la que se plantea que el Senado de la República se encargue de la nominación de los futuros comisionados del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos (Ifai), a propuesta del titular del Ejecutivo federal, debe ser materia de revisión. La esencia de la discusión se encuentra en la previsible falta de consensos en el Poder Legislativo, los que permitirían al presidente de la República nombrar directamente a los comisionados. Debe recordarse que si después de las dos ocasiones en que se haga la respectiva propuesta ésta no logra la mayoría, el presidente podrá hacer los nombramientos. Desde esta perspectiva, el cambio es un maquillaje para dotar al presidente con la capacidad de corregir las situaciones contrafácticas y legitimar una imposición (en un asunto que se debería resolver por consenso).

¿Macroeconomía o derechos humanos?

Decir que en México, como en el mundo, la visión de desarrollo macroeconómico compite directamente con la del desarrollo de los derechos humanos y sociales no es nada nuevo. Sin embargo, la actualidad hace de esta observación un imperante en la reflexión política de los próximos años. Hoy en día es innegable que se le da un claro privilegio a un cierto tipo de políticas sobre otras: se abre la explotación de recursos naturales sin importar el detrimento de la propia naturaleza y se cierra el derecho a las políticas de desarrollo autonómicas; se incrementan las reformas y sobrerreformas en detrimento del criterio ciudadano; se celebra la eficiencia de empresas de “calidad mundial”, como la Comisión Federal de Electricidad, y se ocultan los barrancos económicos a los que se está llevando a grandes sectores de la población. En fin, se procura sacar ventaja económica a toda acción, incluso a la guerra.

Tribus perredistas en el Congreso dicen adiós a López Obrador

Con bandera de izquierda, el PRD llevará a “moderados” de centro-derecha al Congreso de la Unión, incluso a algunos excolaboradores de Felipe Calderón. Para el control de su bancada, el partido aplicó el mayoriteo: Chuchos, Bejaranos, Amalios y Alternativa Democrática Nacional –una porción de políticos mexiquenses– dominarán la que será la segunda fuerza en el Poder Legislativo. No hubo pugna interna por las coordinaciones; se tendieron “puentes de comunicación”, aseguran Fernando Belaunzarán, Alejandro Sánchez y Aleida Alavez, legisladores electos. Señalan que no habrá más divisiones porque los perjudicados son el partido y los ciudadanos. Lo que sí habrá es un distanciamiento de López Obrador

Gobierno francés de izquierda, sin obstáculos legislativos

La izquierda, ante una oportunidad histórica de cambiar Francia. Los “socialistas moderados”, que son mayoría, y las otras fuerzas políticas de izquierda, que incluyen a radicales y ecologistas, mantendrán el control de las dos cámaras del Poder Legislativo. Una oportunidad, pero también una “enorme responsabilidad”, señalan especialistas

La urgencia de una reforma militar

La crisis generada por el arraigo de varios generales del Ejército Mexicano, investigados a raíz de un señalamiento de supuesta complicidad con el narcotráfico, exhibe las grietas existentes entre la cúpula militar y la rama civil del gobierno. Más que una evidencia de la corrupción militar, el tiempo y forma de esta acusación revelan que más probablemente responda a un interés político mezquino y transitorio que a la convicción institucional de limpiar a fondo a las Fuerzas Armadas de la contaminación que haya provocado la delincuencia organizada.

Los trabajadores y su decisión electoral

El tema de la generación de empleos se va colocando como uno de los insalvables pendientes en la agenda de los candidatos presidenciales; hace seis años, a cambio de su voto, Calderón prometió a los mexicanos, convertirse en el “presidente del empleo” y generar 1 millón de puestos de trabajo anuales y bien remunerados que ayudaran a resarcir el poder adquisitivo de los trabajadores. Hoy, a la distancia, no hay generación de empleos, los salarios han visto pulverizar su poder de compra en un 42 por ciento y, peor todavía, la clase trabajadora ha enfrentado una de las peores embestidas en toda su historia por parte del gobierno federal.

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