Video muestra al activista universitario descender del transporte público… seguido muy de cerca por tres hombres. Fuera de foco ocurre el asesinato, cometido con armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, señala el expediente de investigación. Una patrulla, en evidencia en la grabación, atestiguó el ataque sin que lo reportara. En bitácoras se revela que un efectivo del Ejército acudió al lugar de los hechos. Las investigaciones, empantanadas, a pesar de la integración de un grupo interdisciplinario de expertos independientes para el caso
En la última imagen de Carlos Sinhué Cuevas Mejía con vida se le observa con los manos en los bolsillos. En apenas un instante de 3 segundos, se le ve bajar del camión de la Red de Transporte Público (RTP) que ese 26 de octubre de 2011 lo llevó de Ciudad Universitaria a Topilejo, donde vivía. Tres hombres lo siguen muy de cerca, de prisa. Uno, con tenis blancos, camina a su lado derecho. El segundo, a su izquierda. Otro más avanza por su espalda.
Carlos y los hombres salen del foco de la cámara. La secuencia quedó registrada de las 23:10:28 (23 horas con 10 minutos y 28 segundos) a las 23:10:31 por un equipo de videovigilancia del entonces C4 colocado en la zona. A las 23:15:35 cambia el enfoque de la cámara hacia una tienda Oxxo, en las inmediaciones donde el estudiante y activista universitario caería abatido por el impacto de 16 balazos de dos armas cortas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas: de calibres .45 y 9 milímetros, indica el expediente de investigación.
La agresión tuvo lugar fuera del rango de grabación de la cámara. Ocurrió en algún momento entre las 23:10:32 y las 23:15:50 horas. En ese preciso momento se observa a personas, trabajadores del Oxxo que fumaban fuera de la tienda, que interrumpen abruptamente su descanso e ingresan corriendo al interior del establecimiento y cierran la puerta.
Lourdes Mejía Aguilar tiene la convicción de que en ese instante ocurría el asesinato de su hijo, su Carlos: el tesista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que también daba clases de inglés en una primaria y mantenía una intensa actividad política y cultural en colectivos que entonces ocupaban el auditorio Che Guevara, en el corazón de la Ciudad Universitaria.
Antes y en el momento de la agresión armada, policías se encontraban en el lugar de los hechos. De ello da cuenta el parpadeo de luces rojas y azules, que en el argot policiaco se les conoce como códigos. Estas luces, que emiten las torretas de las patrullas, dejan de parpadear hasta las 23:16:23, es decir, alrededor de 33 segundos después del asesinato. A las 23:23:25 se observan de nuevo luces de patrullas que se acercan. Llega una unidad como si apenas se enterar del suceso, pero la información del GPS del vehículo muestra que estuvo en el lugar mientras Carlos era asesinado y luego fue a dar una vuelta rumbo al sur y regresó. Se observa que un policía se apea del vehículo con un arma larga.
En el reporte que daría la misma patrulla, se consigna que al lugar de los hechos acudieron, casi inmediatamente, un elemento del Ejército Mexicano y un policía de oficinas centrales de la Secretaría de Seguridad Pública vestido de civil.
Este 26 de octubre se cumplieron 11 años de esa ejecución extrajudicial. En la Facultad de Filosofía y Letras se organizó un mitin y una marcha, encabezada por Lourdes Mejía Aguilar, para exigir justicia y señalar con certidumbre que fue un crimen de Estado.
Carlos Sinhué Cuevas Mejía fue asesinado durante el sexenio de Felipe Calderón, cuando las ejecuciones extrajudiciales contra activistas, defensores de derechos humanos, indígenas y del medio ambiente se multiplicaron en el contexto de la supuesta guerra contra el narcotráfico.
A las 00:47 minutos del 27 de octubre se inició la averiguación previa FTL/TLP-3/T2/03318/11-10 por el homicidio de Carlos Sinhué Cuevas Mejía. Las falencias de la investigación iniciaron desde ese momento. Ni siquiera se acreditó la identidad de los policía de la Ciudad de México que acudieron al lugar de los hechos alertados por una supuesta “llamada anónima”.
Por su parte, la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México (antes Procuraduría de Justicia) pasó por alto que una patrulla policiaca se encontraba en el lugar en el momento en que ocurrieron los hechos. Hasta el momento, y luego de 11 años, nada se ha investigado al respecto.
Con respecto del militar que se encontraba ahí –también inmediatamente después o durante el asesinato–, en las bitácoras de los policías se consigna que el “soldado Hernández” se identificó como elemento del Ejército Mexicano adscrito a la Primera Zona Militar. Sin embargo, nada más se integró a la investigación. Lo anterior, a pesar de que el ataque a Carlos Sinhué se realizó con armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y de que no se justificó la presencia de efectivo castrense en el lugar.
También se advierte la presencia de un sujeto que sería identificado como policía vestido de civil. Se trata del elemento Carlos Segura Chávez, quien declararía que su área de operación eran el edificio de la calle de Liverpool, en la Zona Rosa. Su bitácora nunca fue entregada a las autoridades porque, se argumentó, se perdió en una inundación.
Al día de hoy, y a pesar de la integración de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes para investigar el caso, el asesinato de Carlos Sinhué se encuentra en la impunidad. Nadie ha sido consignado por la comisión del homicidio ni por las negligencias en la investigación que vinieron después.
El asesinato de Carlos Sinhué Cuevas Mejía ocurrió en las inmediaciones de la avenida Camino a la Cima, colonia Los Ángeles, del pueblo San Miguel Topilejo, en la entonces delegación (hoy alcaldía) Tlalpan. En la indagatoria penal que se realiza no se ha establecido como línea de investigación la participación de elementos del Estado en la comisión del crimen.
Cuevas Mejía participó en la huelga estudiantil de la UNAM que se llevó a cabo entre 1999 y 2000. Regresaría a concluir sus estudios y a incorporarse a las actividades políticas y culturales de la Universidad en 2008.
Casi de inmediato comenzaron las amenazas por teléfono y los seguimientos. Estos últimos fueron notados por Carlos, quien, incluso, llevó un registro de ellos. El hostigamiento en su contra fue arreciando y sufrió una campaña de desprestigio y amedrentamiento por parte de grupos encubiertos que operan en las instalaciones de la UNAM.
Destacan siete campañas de desinformación en su contra. Los perpetradores nunca dieron la cara y se escudaron en supuestos colectivos que nunca existieron.
El 7 de septiembre de 2009 aparecieron en salones y pasillos de la Facultad decenas de volantes firmados por un supuesto “Colectivo Revolucionario Emiliano Zapata” (CREZ). En ellos se decía que Carlos era un “militar infiltrado” y “oreja” del gobierno. Decía que se trataba de un “enemigo” y que como tal sería tratado.
Tres días después se encontraron en la Facultad otros volantes. Ahora señalaban a Carlos y a los activistas Víctor Hugo Martínez y Sarid Rodríguez de “infiltrados” que “consumían drogas” y amenazaban a estudiantes. Firmado el escrito por el mismo “Colectivos Revolucionario”, concluía: “[…] recibirán la furia revolucionaria tercer y último aviso”. [sic]
En octubre de ese año se difundió un nuevo volante del mismo “Colectivo”. En él se señala a Carlos como “agresor”. De nuevo, finaliza con que “será tratado como enemigo”.
Para septiembre de 2010 se recrudece la campaña contra Carlos Sinhué. Desde un cuenta de correo electrónico, supuestamente del CREZ, se le señala como “paramilitar” e “infiltrado”. Y se invita a la comunidad estudiantil a “denunciarlo”. El mismo día aparecen en mamparas de la Facultad fotocopias del rostro de Carlos junto al logotipo de la entonces Procuraduría General de la República con la leyenda “Se busca”.
Otro correo se envía a estudiantes el 16 de marzo de 2011. En el mensaje se adjunta otro volante difamatorio contra Carlos.
Asimismo, entre abril y mayo de 2011 se publica un periódico del supuesto CREZ en el que se difama de nueva cuenta a Carlos Sinhué y Víctor Hugo Martínez, a quienes tacha de “infiltrados”.
El último volante difamatorio contra Carlos Sinhué se esparce en la Facultad de Filosofía y Letras en julio de 2011, 3 meses antes del asesinato. La amenaza es más aún más directa: señala que “más pronto que tarde la justicia revolucionaria lo alcanzará”.
A la par, Carlos Sinuhé era amedrentado por sujetos que decían ser estudiantes pero que, durante las investigaciones, se acreditó que no estaban matriculados en la Facultad.
Por sus actividades políticas, Carlos sufrió hostigamiento del entonces Auxilio UNAM (hoy Seguridad Universitaria). El 20 de noviembre se le impidió el acceso a Ciudad de Universitaria con su camioneta. Llevaba un equipo de sonido para la realización de un mitin y una actividad cultural. Como discutiera con elementos de esta corporación, fue detenido y entregado a policías de la Ciudad de México. Según la Universidad, de tal hecho no hay registro alguno.
Entre las luchas que apoyó Carlos, se encuentra la de la constitución de un Municipio Autónomo en San Juan Copala, en el territorio de la nación triqui, y la de justicia para las víctimas del Operativo Fénix, un ataque militar ilegal efectuado por el Ejército de Colombia, en territorio ecuatoriano, contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En el lugar se encontraban estudiantes mexicanos que habían acudido a un encuentro. Entre los universitarios que perdieron la vida en ese bombardeo se encontraba Fernando Franco Delgado, amigo de Carlos.
Ante el cúmulo de deficiencias e irregularidades de la investigación, y ante la tenacidad de la madre de Carlos, Lourdes Mejía, el 24 de octubre de 2019 se constituyó el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la averiguación previa AP FTL-3/21/3318/11-10. El instrumento se derivó de la recomendación 2/2018 emitida el 8 de agosto de 2018 por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
El Grupo quedó integrado en ese momento por Pilar Noriega, Zoraida García Castillo, Miguel Ángel Urbina Martínez, Sonja Perkic-Krelmp, Geru Aparicio y Carlos Fazio. Este último dejó el grupo en enero de 2020 al integrarse a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) como director de la Segunda Visitaduría. En mayo pasado, Alberto Híjar ocupó el espacio dejado por Fazio en el Grupo.
Los trabajos avanzaron con lentitud debido a las condiciones impuestas por la pandemia de Covid-19. Se está a la espera de los resultados que el Grupo presente a las autoridades y a la sociedad en general.
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