domingo, abril 27, 2025

Migrantes latinoamericanos buscan en México oportunidades de vida

Migrantes latinoamericanos buscan en México oportunidades de vida

Aunque la migración es un derecho humano, la discriminación, xenofobia y racismo impactan en las personas que cambian de residencia.
FOTO: FERNANDA MONROY

Aunque la migración es un derecho humano, la discriminación, xenofobia y racismo impactan en las personas que cambian de residencia, en especial si son indocumentadas y pobres. Y eso sucede en la mayoría de los casos de migrantes que deciden permanecer en México, quienes se enfrentan a la marginación y exclusión. En palabras de Laura López, de origen colombiano, “migrar requiere una gran resiliencia” y la capacidad de adaptarse para enfrentar las adversidades

En los regímenes capitalistas, la migración está profundamente marcada por la desigualdad entre los países centrales [más ricos] y los países subordinados o periféricos, explica Bruno Felipe de Souza e Miranda, doctor en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Agrega que migrar es un derecho universal: “si no estás en condiciones, si deseas o tienes proyectos que se van a concretar fuera del país o del estado donde creciste y naciste, tienes todo el derecho de hacerlo [migrar]”.

Así como todas las personas pueden ejercer su derecho a desplazarse a otros países, el doctor en ciencias políticas y sociales explica que también es un derecho permanecer en su país de origen. “El derecho a permanecer depende de la protección estatal, depende de que puedas mantenerte con dignidad, con seguridad, que puedas cumplir tus planes, etcétera. Si las debilidades estructurales y las violencias más directas proliferan en nuestros territorios o no cesan, pues acciono mi derecho a emigrar. Pero no todos queremos emigrar”.

Ezequiel Darío Álvarez, originario de Argentina y residente en México desde hace 10 años, comenta a Contralínea que él se fue de su país por factores económicos, debido a que la empresa de transporte que tenía quebró. “Mi situación en Argentina no está en mi mejor momento: el rubro mío no veía que lo pudiera levantar y dije: ‘me tengo que dedicar a otra cosa’. Un día, entre sindicatos, me hicieron tomar la decisión de cerrar y hasta acá llegué. […] En los últimos días, los mismos sindicalistas me amenazaron con revolver, de que tenía que largar [entregar] un dinero para que no me molestaran”.

Para él, migrar a la Ciudad de México no fue una decisión fácil. Aquí, uno de sus tíos lo recibió y le dio trabajo en su negocio de troqueles para la industria automotriz.

“Todo esto me empuja por la situación económica. Los gobiernos allá, uno peor que el otro; venía este [dice, en referencia al derechista Javier Milei] que iba a arreglar todo y tampoco arregla nada. Te vas adaptando a cada situación y eso me llevó a tomar esa decisión [emigrar a México]. Yo creo que me fue bien, pero bueno, el detonante fue la parte económica”, añade Ezequiel Álvarez.

Por su parte, Ana Rey, joven de 29 años, originaria de Colombia y residente en la Ciudad de México desde hace cuatro años, explica que ella emigró para continuar su formación como bailarina. “En 2021 sigo en esa búsqueda de querer formarme más”. “México es una buena opción, tengo que moverme porque quería nuevos conocimientos. Esa fue la principal razón, porque no me quería quedar estancada, sino que dije: ‘quiero abrir un poco más lo que he podido aprender, darme nuevas oportunidades’, y decidí emigrar”.

El proceso migratorio de Laura López, joven colombiana también de 29 años, y quien reside desde hace dos años en la capital del país, busca avanzar en sus estudios e iniciar una maestría en México que a su vez le permitiría romper la distancia con su pareja y mudarse junto a él.

“Decidí venir para estudiar, por el amor por la cultura, […] digamos que la mezcla de todo ha movido esa decisión de ya no solo permanecer por una estancia de estudios, sino de construir un proyecto”.

De acuerdo con el último Censo de Población y Vivienda realizado en 2020 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 13 mil 940 ciudadanos de Colombia –de los cuales el 52.2 por ciento corresponde a mujeres y el 47.8 por ciento a hombres– viven en México. Entre las principales razones de su migración destacan: economía con 3 mil 221 personas, y familia con 2 mil 862.

FOTO: FERNANDA MONROY

Acerca del rango de edad de la población colombiana que radica aquí, apunta que es de 25 a 29 años, con un total de 3 mil 228 personas.  En la Ciudad de México, 4 mil 747 personas, es decir, 34 por ciento del total de personas colombianas.

Mientras que para el caso de inmigrantes de Argentina apunta que 9 mil 16 personas de esa nacionalidad viven en México. Las principales causas de migración en los últimos años fueron por cuestiones familiares con un saldo de 2 mil 936 y económicas con un total de 2 mil 219 personas.

Asimismo, el censo detalla que el 51.5 por ciento de inmigrantes de Argentina corresponde a una población masculina y el 48.5 por ciento a mujeres. Los rangos de edad que concentran mayor población corresponden al grupo de 30 a 34 años con un total de mil 913 personas. Exclusivamente para la Ciudad de México se registraron 2 mil 963, que representan el 32.8 por ciento del total de ingresos.

Migración, inherente al ser humano

Los investigadores Rodolfo García Zamora y Patricia Gainza señalaron –en un artículo de la revista Migración y desarrollo– que los flujos migratorios de Sudamérica son consecuencias del modelo neoliberal en América Latina, régimen que provocó la ruptura de los sistemas productivos nacionales con sus mercados internos. Como resultado, los costos sociales aumentaron.

Aun cuando la emigración a México se haga desde una “posición privilegiada”, como reconoce la colombiana Laura López, el desplazamiento trae consigo retos, como trámites extenuantes, comentarios agresivos, miradas de indiferencia, acoso y comportamientos xenofóbicos; situaciones que vulneran sus derechos.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2022, del Inegi, señala que el 28.8 por ciento de la población migrante en México manifestó haber sido discriminada por lo menos una vez en un lapso de 12 meses. El 56.4 por ciento de esta población consideró que sus derechos no son respetados.

Laura López, quien actualmente es coordinadora de proyectos de la asociación civil ACROLMEX Estampas Colombianas ­–dedicada a la difusión del arte y la cultura colombiana–, detalla que su experiencia como emigrante tuvo altos y bajos. Para ella, lo más difícil no fue realizar sus trámites para permanecer en el país de forma legal, sino enfrentarse a la discriminación y maltrato por ser de Colombia.

“Los trámites o los procesos migratorios tienen su grado de dificultad, […] dependen mucho de tus propias condiciones y por eso, digamos, para algunas personas puede ser más difícil que para otras, porque el nivel de exigencia, pues, no es igual para todo el mundo. […] Desde esa posición de privilegio reconozco que a mí no me ha tocado tan difícil como sé que, quizás, le ha tocado a otras personas. Aún así me he enfrentado a lo que nosotros llamamos ‘tramitología’: tener que acudir a las oficinas y, a pesar de cumplir con todos los requisitos, enfrentarte a miradas que no son cómodas, tratos diferenciales porque eres un migrante, y no es lo mismo un migrante de Estados Unidos o Europa que un migrante latino”, detalla Laura López.

Agrega que, culturalmente, se han creado estereotipos e imaginarios de todas las nacionalidades latinoamericanas, y la reproducción de ellos es lo que perpetúa comportamientos discriminatorios hacia las personas migrantes. En su caso, la idea con la que lucha constantemente es la asunción de que todos los colombianos son narcotraficantes o consumen cocaína.

FOTO: FERNANDA MONROY

Por otro lado, Ana Rey, quien trabaja junto con Laura López como coordinadora artística, comenta que desde que llegó a México percibió un rechazo y discriminación por parte de las autoridades migratorias. Describe que cuando ingresó al país, las autoridades, sin darle alguna explicación, la “encerraron” en una oficina donde estuvo detenida alrededor de seis horas sin comunicación. “[Creo] que al ver que decía ‘Colombia’ les llamó la atención. Esa fue como mi bienvenida”.

Además de su “mala experiencia” al ingresar a México, Ana Rey señala que, al igual que su compañera de trabajo, ha tenido que enfrentarse con personas que han generalizado la figura de la mujer colombiana y que piensan que su calidez con las personas es sinónimo de que buscan algo más. “Tuve que adaptarme y darme mi propio lugar, poner límites y decir: ‘no, espérate, puedo ser mujer, puedo ser colombiana, pero no puedes generalizar que, porque soy colombiana, [mi ambiente] es de drogas o prostitución. Sé que las personas lo han escuchado, pero no puedes generalizarlo’”.

Para Lucía Garzón, mujer colombiana que reside en México desde hace 52 años, y que es presidenta y fundadora de la asociación civil dedicada a la difusión de cultura colombiana, las historias de sus compañeras bailarinas convergen con la suya cuando llegó al país: “al llegar aquí a México, encontré situaciones tan complicadas. […] En algún momento me tocó llegar a algún lugar en donde un hombre, un hombre policía, me acorraló contra la pared y prácticamente me estaba insinuando que tenía que estar físicamente con él”.

La presidenta de ACROLMEX detalla que también enfrentó situaciones en las que se le asume como narcotraficante o trabajadora sexual por ser colombiana. “Me ha tocado batallar mucho con esa idea que tiene el mexicano”. Narra que en ocasiones en las que iba a presentaciones de danza y daba entrevistas, le preguntaban si no llevaba con ella “eso tan característico de Colombia”, refiriéndose a cocaína. Ante lo cotidiano de esas ‘bromas’, ella comenzó a llevar un costal con granos de café colombiano y repartía uno cada que la interrogaban.

Para Ezequiel Álvarez, migrante argentino, los retos al llegar a México fueron principalmente burocráticos. En migración “me pedían cuatro papeles, llevaba esos cuatro papeles y me decían: ‘eran nueve papeles’; entonces tenía que ir otra vez hasta migración. […] Cada vez que iba siempre me hacía falta un papel. […] Parece que todo lo hacían a propósito, […] me la hicieron de a cuadritos”.

Agrega: “en mi caso era hacer las cosas bien. La primera vez que me presenté a migración, perdieron toda mi documentación”. Cuando él pidió una solución en las oficinas para que buscaran sus papeles o le explicaran cómo le ayudarían, la respuesta que le dieron fue agresiva: “quien me atendió me dijo: ‘recuerde una cosa, que nosotros no lo fuimos a buscar a Argentina, usted vino acá’”.

Los migrantes sudamericanos que desarrollaron sus vidas en la Ciudad de México coinciden en que migrar requiere fuerza e inteligencia para enfrentar las situaciones en las que se les discrimina. “Migrar requiere mucha resiliencia y requiere mucha capacidad para adaptarse”, advierte Laura López.

Fundamental para el debate: Hasta ahora, sólo dos migrantes deportados han manifestado violaciones a DH

 

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