Represión a manifestaciones de solidaridad con Gaza potencian genocidio

Represión a manifestaciones de solidaridad con Gaza potencian genocidio

Autoridades egipcias reprimieron y destruyeron la marcha con destino a Gaza para protestar por bloqueo israelí a ayuda humanitaria
FOTO: MAGDALENA MONTIEL/CUARTOSCURO.COM

En el mundo, muchas expresiones de solidaridad con Gaza y manifestaciones contra el genocidio que comete Israel se topan con la represión, y eso profundiza la crisis humanitaria en la Franja, pues la comunidad internacional no tiene canales para incidir y sobre todo frenar los crímenes de lesa humanidad en los que incurre diariamente el gobierno de Benjamin Netanyahu. Así ocurrió con el barco de ayuda humanitaria que llevaban a la zona devastada figuras públicas –como la activista Greta Thunberg– o la Marcha Global a Gaza en El Cairo. Al mismo tiempo, organismos como la ONU o la Corte Penal Internacional siguen fallando a la humanidad al mostrarse incapaces de detener los crímenes de Israel

La represión contra muchas expresiones de solidaridad con Gaza y manifestaciones contra el genocidio que comete Israel profundiza la crisis humanitaria en la Franja: la comunidad internacional no tiene canales para incidir ni frenar los crímenes de lesa humanidad del gobierno de Benjamin Netanyahu. Así ocurrió con el barco de ayuda humanitaria que llevaban a la zona devastada figuras públicas –como la activista Greta Thunberg–, que fue interceptado el 9 de junio por el ejército de Israel, o la represión contra la Marcha Global a Gaza en El Cairo.

La Marcha Global a Gaza avanzaba por las calles de El Cairo, capital de Egipto, el pasado viernes 13 de junio. Aproximadamente dos horas de caminata después, la policía de aquel país africano detenía en un retén a las y los miles de ciudadanos que se habían reunido para protestar contra la ocupación ilegal israelí en Palestina, el genocidio y que, desde hace meses, a través de sus Ejército bloquea los accesos de ayuda humanitaria dirigida a la población gazatí.

Alrededor de las 12 del día, las y los marchantes, detenidos, fueron obligados a entregar sus pasaportes, que no volverían a ver hasta cinco o seis horas después, narra Enrique Rajchenberg Sznajer, doctor en Economía e Historia por la UNAM, y una de las 12 personas que conformaba la delegación mexicana.

Desde un hotel en El Cairo, describe a Contralínea que “fueron momentos de muy alta tensión porque, bueno, evidentemente es un documento que nos sirve para identificarnos, para poder salir eventualmente de Egipto, etcétera”.

Una vez entregados de vuelta los documentos, ahora vivían en la incertidumbre de saber si era posible o no seguir adelante. “En principio, la policía egipcia no impedía el que prosiguiéramos, pero de lo que fuimos informados es que había muchos otros retenes o por lo menos tres retenes más hasta la población de Ismailía, que es una población ya cercana al Canal de Suez y que, por lo tanto, se repetiría lo que habíamos pasado [antes] en ese primer retén”.

Tal razonamiento llevó a las delegaciones de todas las nacionalidades a decidir pasar la noche en donde se encontraban, “un lugar inhóspito para efectos de pernoctar; pero llegó la policía antimotines, que empezó a encapsular a todos”.

Una acción que el también investigador de la Facultad de Economía de la UNAM califica como “una forma de decirnos que nos regresáramos a El Cairo”, y aunque hacer eso significaba una decisión complicada, optaron por retirarse al observar que “había una posibilidad de una represión bastante violenta” por parte de las autoridades egipcias.

Retirar el bloqueo humanitario

El objetivo de llegar hasta Rafah, ciudad al sur de Palestina y pegada a Egipto, no se concretó. La Marcha estaba sincronizada con la acción emprendida por 12 activistas de diferentes países del mundo –entre ellos y ellas la sueca Greta Thumberg– embarcados en la Flotilla de la Libertad, que pretendía llevar ayuda humanitaria hacia Gaza; pero que fue interceptada en aguas internacionales por fuerzas israelíes y su tripulación detenida en la madrugada del 9 de junio, para luego –algunos estuvieron en cárceles por días– ser deportados y deportadas.

De tal manera que el objetivo de la marcha, enuncia el participante, era “la exigencia de romper el bloqueo [de ayuda humanitaria] a la Franja de Gaza que está causando hambruna a la población, y obligarla a rendirse, y en ese sentido de prácticamente [sentenciarles a] abandonar el territorio”.

Aunque es cierto que también había un poco de ayuda humanitaria, el cargamento no era grande debido a que se iba a marchar y resultaba imposible trasladar una gran cantidad. Lo fundamental era la “exigencia al gobierno de Israel de abrir ese paso que es vital, el de Rafah […], mientras Israel tenga cerrado ese paso fronterizo, la ayuda humanitaria nunca llegará”.

De hecho, desde finales de mayo, y en repetidas ocasiones ya en junio, el Ejército israelí ha disparado contra la población palestina mientras se encontraba aglomerada en puntos de distribución en espera de recibir -una muy limitada cantidad de- alimento, práctica por la cual ha asesinado a cientos de personas, en otro de tantos crímenes de guerra.

Incluso el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Volker Türk, ha exhibido y acusado estas acciones cometidas por Israel.

En un comunicado del 3 de junio, enunció: “los palestinos se enfrentan a la peor de las opciones: morir de hambre o arriesgarse a ser asesinados mientras intentan acceder a los escasos alimentos que se distribuyen a través del mecanismo militarizado de asistencia humanitaria de Israel”. Desde luego, ese sistema militarizado “viola las normas internacionales sobre la distribución de ayuda”.

El 27 de mayo, las fuerzas israelíes asesinaron a tres personas que buscaban recibir alimentos distribuidos por parte de la Fundación (estadunidense) Humanitaria de Gaza. La ONU informó que, bajo las mismas circunstancias, el 1 de junio mataron a 32, el 2 de junio a tres, y el 3 de junio a 27. Este martes 17 de junio, fueron asesinadas unas 59 personas tras disparos de tanques de Israel.

La desnutrición y hambruna en la Franja de Gaza es grave. En otro comunicado del 19 de junio, la ONU ha advertido que la cantidad de niños y niñas desnutridas “está aumentando a un ritmo alarmante”. Al menos 5 mil 119 de entre 6 meses y 5 años de edad han recibido tratamiento por desnutrición aguda en mayo de 2025, y de éstos, 636 padecen desnutrición aguda grave.

Según datos de centros de nutrición apoyados por UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), representa un aumento de casi 50 por ciento respecto a los 3 mil 444 infantes admitidos en abril y 150 por ciento por encima de los de febrero. Es decir, que desde inicios de año, al menos 16 mil 736 niños y niñas “han sido ingresados para recibir tratamiento por desnutrición”. La causa principal: el bloqueo de ayuda humanitaria.

Pero no hay que olvidarse de Cisjordania, puntualiza el académico, porque si bien la Franja de Gaza es el lugar donde se concentra el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos de Israel, “Cisjordania que no está al margen de toda esa política de apartheid y demás, ha comenzado en los últimos días a padecer un verdadero encapsulamiento, es decir, un cercamiento de sus poblaciones por el ejército de Israel, casi casi usando la misma estrategia que en Gaza, impidiendo el acceso de bienes indispensables para la vida”, por lo que la situación se torna cada vez más grave.

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Marchantes, reprimidos hasta días después

Enrique Rajchenberg acusa que incluso en los días consecuentes a la desintegración de la marcha, que reunió a unas 4 mil 500 personas, por parte de la policía egipcia, siguieron los actos represivos contra quienes la integraban. “Fueron [días] de mucha tensión porque hubo detenciones, arrestos, deportaciones y, en algunos casos -según nos han transmitido- muy malos tratos, tal vez con golpes” y claro, con insultos.

Peor aún. “Hay nacionalidades que fueron particularmente agredidas, sobre todo franceses con ascendencia de algún país árabe. Ellos la pasaron muy mal, y bueno, la única alternativa que la mayoría tuvo en ese momento fue tomar un avión” y regresar a sus países de origen.

Y detalla un caso que describe como grave, al menos el último del que tiene conocimiento, menciona, pues no ha sido el único: “uno de los coordinadores generales de la Marcha –Saif [Abukeshek]–, que fue aprehendido ayer [lunes 16 de junio] a las 4:30 de la tarde en un café, es decir, no manifestándose por Palestina o algo así, sino en un café hablando con dos personas de nacionalidad noruega, participantes en la marcha”.

De él no supieron nada desde esa tarde y hasta la mañana siguiente, hasta enterarse de que “lo habían llevado al aeropuerto y embarcado en un avión” que lo trasladó hasta Roma, Italia.

Ceder a las presiones de Israel

La represión egipcia contra las y los manifestantes se da por dos vertientes, analiza el doctor. Una, que “Egipto no es un país particularmente democrático. Es un país gobernado por militares”, que limita la acción política crítica de su población. Y, segundo, la tensión que vive la región actualmente, amplificada porque “Egipto es un aliado explícito, a veces implícito, de Israel; y que bueno, la marcha a Gaza ciertamente incomodaba al gobierno de Israel y Egipto consecuentó esa incomodidad que Israel tenía respecto a la marcha”.

Ello incidió en las acciones tomadas por el gobierno, que intenta justificarlas “con base en el hecho de que [en] la región [los egipcios] están rodeados de países belicosos […], se cita el caso de Sudán, Libia misma, y bueno, evidentemente la Franja de Gaza, Israel y en este momento ese conflicto ya abierto, guerra, entre Israel e Irán e incluso Siria”, añade.

No obstante, las tensiones se irán desvaneciendo, visualiza el académico, “porque en realidad ya queda un número muy pequeñito de participantes, unos 50 más o menos y a medida que pase la semana seremos cada vez menos”. En lo que respecta a la mexicana, comenzarán su retorno a la capital del país a partir del 22 o 23 de junio.

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Exigir a los gobiernos del mundo

La Marcha Global a Gaza fue una más de las expresiones organizadas por la sociedad civil internacional harta de que el genocidio israelí no cese –incluso cuando se han adoptado diversas resoluciones en la Asamblea General de la ONU para que esto suceda–, y que se suma a las varias llevadas a cabo de manera local, en diferentes países, como las del pasado domingo 15 de junio.

Por ello, aunque el doctor Enrique mantiene la esperanza en que continúen movilizaciones así, y de mayor magnitud, también acepta que en Medio Oriente ocurrirán según como se desarrolle el conflicto entre Irán e Israel, pues actualmente la región es un polvorín encendido “y en una zona de guerra las expresiones de descontento, de solidaridad –de la sociedad civil– se vuelven muy difíciles o imposibles”.

Pero si no llegara a ser de tal magnitud, hay signos alentadores, añade; como el envío de una flota desde Malasia, con unas 1 mil embarcaciones, con dirección a Gaza, “la cual nadie podría silenciar”, ni los medios “menos empáticos con la causa palestina”.

“Entonces, me da gusto que si bien dos de estas acciones (la de la Flotilla y la Marcha a Gaza) no pudieron llegar a término, de todas maneras hay inmediatamente otra acción mucho mayor, que se está preparando organizar”.

No obstante, pese a todos estos esfuerzos, puntualiza que “nada de eso por sí solo permite ponerle fin al genocidio. Esas marchas son para decir: ‘nuestros gobiernos deben hacer algo al respecto, deben tomar una postura definida, contundente’ y que en última instancia tiene que concretarse en una ruptura de relaciones de todo tipo, en todos los ámbitos, con Israel, en especial el abastecimiento de armas por parte de las potencias occidentales, principalmente Estados Unidos.

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