Romper la soga que nos quiere ahorcar

Romper la soga que nos quiere ahorcar

Las medidas arbitrarias del gobierno estadunidense contra México muestran el nivel de subordinación y dependencia
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Las medidas arbitrarias del gobierno estadunidense, encabezado por Donald Trump, contra México y los efectos negativos que tendrán en nuestra economía y población muestran el nivel de subordinación y dependencia, en la cual  el proyecto de integración a Norteamérica ha hundido a nuestro país.

Éste fue iniciado por Carlos Salinas de Gortari para, supuestamente, pasar al “Primer mundo”. Asimismo, y por el contrario de aquel planteamiento, el neoliberalismo impulsado por el PRI y el PAN abrió paso al neocolonialismo; al dominio y la injerencia de Estados Unidos.

Que México dependa en un 80 por ciento de las exportaciones estadunidenses coloca a nuestro país en una condición de extrema vulnerabilidad. De igual manera, viola los principios de una economía sana que debe enfocarse en el mercado interno. Y, en cuanto al mercado externo se refiere, debe ser diversificado.

Es sabido que la economía mexicana debe basarse en sus propias fuerzas, porque sin soberanía económica no existe la soberanía política. El mercado externo debe ser un mero complemento; no el centro de nuestro esfuerzo productivo.

Es prioritario que se impulse el desarrollo productivo nacional. De esta forma, florecerán nuestras potencialidades. Así, una vez satisfechas las necesidades internas, se debe atender el mercado externo, sin depender de un solo país, al buscar –por difícil que sea– varios destinos.

Sin embargo, con el Tratado de Libre Comercio, Salinas de Gortari nos puso a competir con la economía de Estados Unidos, 20 veces mayor. Esto provocó la debacle de nuestra agricultura y nuestra industria.

Además, dio plena entrada a las empresas extranjeras, las cuales llegaron atraídas por nuestra mano de obra barata, facilidades fiscales y nulos controles ambientales.

Actualmente, el 60 por ciento de las exportaciones “mexicanas” no son del país, sino de corporaciones extranjeras instaladas en nuestro suelo. Las mismas explotan a la clase trabajadora concentradas en sectores clave, como la manufactura, la electrónica y la industria maquiladora y automotriz.

El modelo neoliberal que impulsó Salinas –que favoreció a las corporaciones extranjeras y nacionales– ha provocado un nulo crecimiento de la economía; de alrededor del 2 por ciento. Cifra mínima comparada con el 6 por ciento durante las décadas previas. Además, provocó la migración de más de 10 millones de mexicanos.

Hoy, están a la luz del día las nefastas acciones de Salinas, quien inició una integración económica. La misma se convirtió en política y militar con Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Esa herencia maldita debe ser revertida.

La situación actual muestra lo nefasto que resultó el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-mec), el tratado de Trump, el cual ha sido pretexto para frenar la transformación en el modelo agrícola, con el objetivo de recuperar la soberanía alimentaria, dado que importamos casi la mitad de los alimentos, y compramos anualmente alrededor de 20 millones de toneladas de maíz. También, torpedearon la prohibición del maíz transgénico.

El modelo de integración –al cual nos sometió Salinas de Gortari–  ha golpeado la soberanía de México colocada al servicio de “la región”; es decir de Estados Unidos.

Con los costos y ninguna ventaja para México, ocasionó bajo crecimiento, migración, desempleo, bajos salarios, endeudamiento, sistema de salud colapsado, retroceso educativo, un extractivismo exagerado y la afectación de la madre tierra.

Desde la firma del TLCAN, se disparó el narcotráfico y el crimen organizado, lo que llevó a la “globalización del crimen” promovido por Estados Unidos. Este país arma a los carteles, les compra la droga, la distribuye en su territorio, lava el dinero y usa el tema como pretexto para la injerencia en otros países, como Trump lo está haciendo en estos momentos.

La solución para México y su pueblo es la soberanía. Tenemos una población trabajadora y calificada, enormes recursos naturales y grandes riquezas otorgadas por la naturaleza. No conviene estar atados a un imperio decadente y en plena caída, con divisiones internas irreconciliables. El mismo nos quiere atar a su carro de guerra.

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En el “multipolarismo”, Washington busca negociar con Rusia; abandona a Europa, y se concentra en adueñarse del continente americano desde Groenlandia, Canadá y México hasta Sudamérica y el Caribe.

Sigue con fidelidad la Doctrina Monroe, “América para los americanos”. Igualmente, Estados Unidos se prepara para enfrentar a China, al “integrarnos” a sus planes de guerra y dominio mundial.

Para México, la situación es peligrosa, porque en el nuevo reparto del mundo nos quieren someter al dominio total de Estados Unidos. Por eso, por encima de la “región norteamericana”, el “multipolarismo” y la “integración”, debemos defender la soberanía, la plena independencia, que no ha de ser apéndice de nadie, y menos de la potencia yanqui.

El 28 de febrero, The Wall Street Journal informó que el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, advirtió a altos mandos mexicanos que, si nuestro país no atiende las exigencias de la administración de Donald Trump –relacionadas con el control fronterizo y la lucha contra los cárteles de la droga–, el ejército estadunidense está dispuesto a tomar medidas unilaterales dentro de México.

Hay múltiples razones para abandonar no sólo el T-mec, sino también los tratados militares con Estados Unidos, los cuales amenazan nuestra soberanía. Ninguno de los dos tratados comerciales han ayudado a tener una economía sana, en crecimiento, con empleos, salarios dignos, respeto a la naturaleza.

La integración económica ha llevado a la integración política y militar. Asimismo, Trump ha roto con el T-mec que él mismo promovió; además, amenaza constantemente con la invasión a nuestro territorio.

Estamos en una emergencia nacional y hace falta fortalecer las finanzas federales, con el propósito de atender las graves repercusiones que se avecinan por la oleada de deportaciones y la crisis económica derivada de las políticas de Trump.

La solución para tener finanzas públicas y enfrentar la situación es suspender el pago de la deuda pública; además de negociarla en beneficio propio. También, realizar una reforma fiscal progresiva para que paguen lo debido las grandes corporaciones, las mineras, los bancos; e implementar un impuesto a las grandes fortunas.

Así, el gobierno federal estará en condiciones de fortalecer el presupuesto federal para hacer frente a las urgentes necesidades y contar con fondos para empleos, mujer, salud, producción de vacunas, medicina tradicional, alimentos, explotación del litio, y fomentar la producción nacional y de pequeños productores.

Debemos desarrollar nuestra ciencia y tecnología, la industria nacional, el sector agropecuario, nuestros servicios, en cada región, en cada comunidad. No a la integración de México a Estados, y sí a la soberanía política, económica y militar.

Por la soberanía alimentaria, energética, en salud y vacunas, sin dependencias del extranjero –las cuales provocan adicciones, violencia y guerra–, y frente a los planes y demandas de Trump, el pueblo de México ha de desarrollar su propio programa y unirse en torno a sus propias demandas.

El pueblo mexicano se ha forjado en una historia de luchas por la transformación; ha crecido en la resistencia; tiene soluciones, y debe desarrollar su poder político para implementarlas. Así, se podrá contrarrestar las amenazas externas.

Debe desarrollarse una amplia acción de masas y contundentes movilizaciones sociales, con el fin de  impulsar al gobierno a tomar las medidas de emergencia, las cuales atiendan la agenda del pueblo, y no la de los oligarcas gringos.

Nuestra lucha para salir adelante es integral y polifacética. Impulsemos la soberanía popular, base de la soberanía nacional. Luchemos por la plena soberanía, política, económica, cultural y militar, y por la soberanía alimentaria y energética, base de la soberanía económica. También, desde las comunidades y en todo México, luchemos por la soberanía regional y local, que sostiene la soberanía nacional. Es la hora del pueblo.

Frente a las amenazas de Trump, la fuerza de México radica en su clase trabajadora y el pueblo organizado. Los ciudadanos deben decidir; construir su propia agenda; impulsar acciones cada vez más fuertes; actuar para que se tomen las medidas adecuadas, y luchar por sus derechos.

La unidad y la resistencia colectiva organizada es lo que dará impulso y base a la consolidación de la soberanía de México ¡Le corresponde al pueblo proponer un proyecto de nación!

Debe prevalecer la más amplia unidad en las acciones, la cual reúnan a organizaciones de muchos frentes de lucha y a personas de cualquier ámbito, orígenes, religiones, nacionalidades, edades, géneros o estilo de vida para defender a nuestra Patria.

En México, hay miles de movimientos dispersos. Es la hora de la organización y la resistencia, que el pueblo tenga su palabra. Es la hora de unirnos y luchar por la Soberanía.

Pablo Moctezuma Barragán*

*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social

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