Justicia para normalistas rurales de Chiapas

Justicia para normalistas rurales de Chiapas

Mactumactzá, Chiapas. Esta entidad es publicitada como un lugar que se desarrolla económicamente, sobre todo, a través del turismo, pero poco se habla de lo que pasa al interior, donde la gente vive en comunidades dispersas y alejadas de las capitales: económica (Tapachula), política (Tuxtla Gutiérrez) y cultural (San Cristóbal de las Casas). La pobreza extrema y la marginación han sido erradicadas de los discursos políticos, como si con ello dejaran de existir.

El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2007) señala que México ocupa el lugar 52 en la lista de desarrollo humano mundial. Según el informe de la Comisión Nacional de Evaluación (2005), entre las entidades más pobres (por pobreza alimentaria-extrema), Chiapas ocupa el primer lugar: el 47 por ciento de su población (4 millones 293 mil 459 personas) se encuentra en esta situación.

Chiapas se encuentra en los mismos niveles de pobreza que hace lustros, décadas, siglos. La ambición de los gobernantes los lleva a impulsar únicamente proyectos económicos que no benefician a la población; se olvidan por completo de los ámbitos educativo y cultural.

Las entidades federativas con mayor población indígena son Oaxaca, Guerrero y Chiapas; también, las de mayor índice de marginación. Chiapas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, cuenta con 19 mil 386 localidades. Sólo 149 son urbanas; el resto, 19 mil 237, no supera los 2 mil 500 habitantes y es rural.

Según el informe del PNUD (2008), en 1985, por cada 100 habitantes en el estado, 37 hablaban una lengua indígena. La población total de Chiapas en este último año se componía de 4 millones 293 mil 459 habitantes, de los cuales 957 mil 255 eran población indígena.

El 81.5 por ciento de los pueblos indios se concentra en tres regiones: los Altos, el Norte y la Selva. Los grupos indígenas predominantes son tzeltal (37.9 por ciento de la población indígena total), tzotzil (33.5 por ciento), chol (16.9 por ciento), zoque (4.6 por ciento), tojolabal (4.5 por ciento); 2.7 por ciento lo constituyen culturas actualmente en extinción: mam, mochó y kaqchiquel. Así, la población rural-indígena es la predominante en el estado; pero es la que menos beneficios obtiene del supuesto desarrollo.

La imagen que el discurso oficial ofrece de Chiapas es la de un lugar mágico, lleno de naturaleza y cultura, listo para hacer turismo y otros negocios. La demagogia deja fuera a la mayoría de la población, agobiada por el desempleo, la marginación, la pobreza y el desprecio.

La población rural-indígena de Chiapas es la que más padece la falta de oportunidades de crecimiento y desarrollo social y personal. La educación sigue siendo un privilegio al que muy pocos pueden acceder. En 2009, 6.6 por ciento de los jóvenes de 15 a 29 años no sabía leer ni escribir; por sexo, se observaba que se trataba del 7.6 por ciento de las mujeres y del 5.5 por ciento, de los hombres. Y el cerco se va estrechando: en la entidad, apenas 29 de cada 100 jóvenes de entre 15 y 29 años asisten a la escuela, según la Encuesta nacional de ocupación y empleo al primer trimestre de 2009.

La tasa de analfabetismo de la población chiapaneca joven es de 6.6 por ciento. Es el estado con mayor atraso; le sigue Guerrero, con 4.1 por ciento de jóvenes que no saben leer ni escribir.

La educación rural en Chiapas tiene una larga historia. Respecto de la formación de maestros rurales, en 1931 –bajo los ideales de la Revolución Mexicana– se creó la Escuela Normal Rural Mactumactzá. Hasta el día de hoy, la escuela tiene como objetivo educar a los pueblos más recónditos de la entidad. El compromiso de esta institución educativa ha sido formar a maestros con una visión diferente, apegada a la gente, consciente de las carencias y de las necesidades del pueblo, conociendo sus verdaderas condiciones y sabiendo que la población real de Chiapas no esta representada en las ciudades, sino en los pueblos indígenas carentes de educación y que siguen preservando su cultura y resistiendo los embates de este nuevo orden mundial.

A lo largo de estas décadas, la escuela ha sufrido ataques de los diferentes gobernantes del estado. Han querido humillarla, golpearla y desaparecerla sólo porque no se ajusta a los intereses económicos y políticos de quienes dictan la política educativa.

Siguiendo los ideales de “desarrollado económico” de Chiapas, el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía (2000-2006) construyó el Aeropuerto y el estadio Víctor Manuel Reina; pidió préstamos a organismos internacionales (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional). Los organismos otorgaron el dinero bajo la condición de desaparecer instituciones que no generaban ganancias y producían pérdidas. Mactumactzá no quedó fuera de la mira del gobierno: fueron retiradas las plazas que de manera automática se le entregaban a los egresados, un derecho que, como institución, se tenía desde su creación; se redujo la matrícula de ingreso hasta quedar en sólo 240 lugares; se destruyó el sistema de internado. El gobernador declaraba que todas las normales rurales del país tendrían que desaparecer; consideraba que Mactumactzá sólo generaba un gasto innecesario y no producía ninguna ganancia para el gobierno.

Pero la normal no se quedó cruzada de brazos. Defendiendo el derecho a la educación, la escuela se movilizó. La brutal represión se consumó el 6 de agosto de 2003 cuando fueron golpeados y encarcelados más de 200 estudiantes, profesores y padres de familia. En la golpiza, los policías del estado asesinaron al joven Joel Martínez.

Desde ese momento, la Escuela se encuentra en lucha por mantenerse abierta para seguir sirviendo a la gente más humilde. Con la lucha, se busca defender la educación pública y recuperar el sistema de internado para que los estudiantes que ingresen sean apoyados con comida y hospedaje sin costo. Se debe recordar que quienes ingresan a esta escuela son, en su mayoría, hijos de campesinos e indígenas provenientes de todas las regiones del estado; es decir, jóvenes que no cuentan con los recursos suficientes para solventar sus gastos en otras instituciones.

El actual gobernador, Juan Sabines, hizo el compromiso con la sociedad chiapaneca de devolver el internado a Mactumactzá. A más de cinco años de iniciado su gobierno, no ha cumplido.

Una normal rural en un estado tan marginado como Chiapas es vital. Los maestros egresados de estas instituciones pueden trabajar a pesar de las insuficiencias materiales y de infraestructura. Sólo la educación ayudará a consolidar un verdadero progreso para la entidad, en el que estén incluidas las familias indígenas y campesinas, que son mayoría.

*Organización estudiantil semiclandestina de carácter nacional, integrada por los alumnos de las escuelas normales rurales de México

Contralínea 219 / 06 de febrero de 2011