EU se disparó al corazón al reprimir revoluciones centroamericana y caribeña

EU se disparó al corazón al reprimir revoluciones centroamericana y caribeña

El enfoque teórico e histórico de que en la grave crisis de la migración centroamericana, caribeña y mexicana.
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En este texto asumimos claramente el enfoque teórico e histórico de que en la grave crisis de la migración centroamericana, caribeña y mexicana, para hablar sólo de estas tres regiones, la ausencia de desarrollo, la inmensa concentración de la riqueza, la pobreza y la gran desigualdad económica, más la presencia de macro estructuras criminales que masacran y someten poblaciones enteras, y que desbordan a la autoridad pública y sus propias fronteras de acción expansiva, más un Estado debilitado, constituyen un haz de factores macro determinantes para que tales regiones se conviertan en zonas de masiva expulsión de migrantes internacionales, en su inmensa mayoría, indocumentados.

Hay aguda violencia estructural en contra de cientos de miles de personas que huyen de la adversidad económica y socio-política. En consecuencia, la falta de desarrollo y de políticas distributivas del ingreso nacional, redundan en la migración masiva hacia otros países de la región (como México) pero esencialmente, a EU.

Dicho país, a través de sus gobiernos y por toda una etapa histórica, no podemos decir “que se disparó al pie”, no, Estados Unidos como república imperial (Raymond Aron) cometió el más grande error político de su historia de prosperidad y progreso social al interior de la democracia americana”, al ponerse al frente de la represión a los movimientos del cambio social en sentido avanzado, como cambio revolucionario o reformista, en los países del triángulo del norte (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) y del Caribe, incluso en México, apoyando a fuerzas oligárquicas  que se negaron por más de medio siglo a distribuir el producto social.

Porque hoy tenemos como consecuencia, estructuras sociales con alto nivel de destrucción, instituciones desarticuladas, fuerzas políticas progresistas sumamente debilitadas, y Estados con presagios de inviabilidad histórica, al grado de que jefes de Estado como el de Honduras, está preso en EU con sentencias de narcotráfico internacional. Bloquear el cambio social para estas regiones, fue una “política de guerra fría permanente” que bloqueó cualquier cambio social de mejora social.

La ecuación probada históricamente en otros países, incluyendo EU, es desarrollo o prosperidad compartida = bienestar social = seguridad = estabilidad nacional.

La anulación de ésta última, contiene hoy una clara reversión histórica de sus consecuencias de ello en el largo plazo, se expresa como grupos sociales masivos que salen huyendo de sus países ante tanta adversidad socio-económica y política, atascando las fronteras mexicanas para llegar a Estados Unidos y robar un trozo de esperanza al “sueño americano”. Con Cuba, continúa la demencia de seguir bloqueando su desarrollo solo porque se atrevieron a desafiar y rechazar las doctrinas filosóficas de esa república imperial. En toda la subregión continental esto tiene un claro trayecto histórico, no es reciente.

El doctor Rafael Rojas lo comenta y resume así:

“Desde el punto de vista hemisférico se trata del momento en que EUA consolida su hegemonía tras la guerra de 1898, la intervención militar que le siguió a Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y la separación de Panamá de Colombia, que representaron la expulsión virtual de los intereses europeos de la zona. Desde una perspectiva regional fueron aquellos los años en que se verificó la crisis de las repúblicas ‘de orden y progreso’, la transición a la república en Brasil y la independencia de Cuba, la articulación de los nuevos nacionalismos contra el predominio norteamericano, el ascenso del movimiento socialista y anarquista y el ciclo revolucionario que arranca en México en 1910”. (2021:29)

Desde la Doctrina Monroe, siguiendo con el Corolario de Teodoro Roosevelt , el de la política del “gran garrote” (the big stick), ambas cristalizaron en la ocupación de Cuba (1898) y luego en la apropiación de Puerto Rico, hasta la invasión a Panamá (1989) pasando por las siguientes: el derrocamiento del coronel Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, la ocupación de Haití de 1915-1934, y de Republica Dominicana de 1916 a 1924, el impulso a la dictadura en Cuba de Gerardo Machado de 1925 a 1933, y luego la dictadura del narcotraficante internacional Fulgencio Batista, 1952-1959, la de Leónidas Trujillo en República Dominicana de 1930-1961, y la de Francois Duvalier en Haití de 1957-1971. En Guatemala luego del derrocamiento de Jacobo Árbenz sosteniendo la dictadura criminal de Carlos Castillo Armas, 1954-1957, después en Venezuela con Marcos Jiménez de 1952-1958, las reiteradas intervenciones en Nicaragua en 1909, 1912 hasta 1925 y luego 1936, y el sostén del último descendiente de la feroz dinastía de Anastasio “Tacho” Somoza hasta 1979 una de las grandes familias criminales de nuestra región. (Valle, Denis, Prensa Latina, archivo histórico, junio 23, 2022)

Y claro, estelarmente, la invasión a México de abril de 1846 a febrero de 1948 con la apropiación de la mitad del territorio, y la ocupación del espacio mexicano temporalmente, en 1914 y luego en 1916 ocupando el Puerto de Veracruz.

Pero están después los golpes de Estado militares que quebrantaron el Orden Constitucional en América Latina: en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, etc., bajo la doctrina de Seguridad Nacional creando los Estados contrainsurgentes, impulsados y coordinados desde el Departamento de Estado en alianza con las oligarquías económicas y las dictaduras militares de guerra contra el “enemigo interno”. Ha sido brutal y abominable esta política de corte imperialista sobre todas las naciones y Estados de la subregión continental. No tiene precedentes en la historia mundial, muy probablemente, sin omitir la oferta rechazada de la CIA en 1968 por el general Marcelino Díaz Barragán, secretario de la Defensa Nacional, de dar un golpe de Estado con todo el apoyo de EU. De la que nos libramos los mexicanos, aunque no fue mucho mejor nuestra suerte porque también tuvimos abundantemente nuestra “guerra sucia”.

Las conspiraciones imperialistas de aquellos años para el derrocamiento de gobiernos nacionalistas que proyectaban impulsar el desarrollo, como la Junta Militar que encabezó el coronel Jacobo Árbenz en Guatemala, en la narrativa que ha quedado registrada historiográficamente, es absolutamente despreciable

Escuchemos la relatoría de hechos dentro de una estrategia golpista que se hace en un libro en donde se publican Memorias y documentos elaborados por el jefe de la oficina de la CIA en México mister Winston Scott respecto de la “Operación Éxito” que derroca al coronel Árbenz en Guatemala, quien encabezaba un gobierno democráticamente electo, y tal país es hoy, uno de los países centroamericanos (junto con El Salvador) que mayor volumen de pobres y miserables expulsa hacia México tratando de llegar a Estados Unidos. Tal derrocamiento se diseñó y consumó a través de la mano de uno de sus principales colaboradores de nombre Ray Leddy.

El relato que hace, quien revisó y publicó las Memorias de Winston Scott (lo mencionan como “Win”), fue el escritor Jefferson Morley, quien narra que el plan empezó a forjarse en 1951 por John Foster Dulles y Beetle Smith, y el mismo Ray Leddy, un especialista en operaciones encubiertas que trabajó en Europa Oriental tratando de revertir el bloque creado por la URSS (Polonia, Bulgaria, Rumania, Checoslovaquia, etcétera) y fracasó, junto a los agentes de los servicios de inteligencia ingleses, pero el ascenso de este grupo militar en Guatemala no era de orientación socialista, sino de carácter nacionalista y reformista. Apreciemos la narrativa, luego del fracaso en Europa Oriental:

“Guatemala en contraste ofrecía perspectivas a los Estados Unidos para un fácil triunfo. El problema no era un régimen comunista comprometido con Moscú, y hostil a los intereses de Washington, sino el gobierno democráticamente electo del presidente Jacobo Árbenz, que incluía un pequeño pero influyente grupo de consejeros comunistas. El gobierno preparó una reforma agraria para mitigar la enorme brecha entre los ricos y los pobres (…) Dulles y la mayoría de los jerarcas de la CIA vieron a Árbenz como una incipiente amenaza comunista y una oportunidad para redimir el nombre de la agencia (aunque) la mayoría de los funcionarios del departamento de Estado aconsejaban moderación. La reforma guatemalteca si se hacía legalmente, no era una amenaza para los intereses de los Estados Unidos, dijeron. El disidente más elocuente fue Ray Leddy (…) el ex agente del FBI apoyaba las operaciones encubiertas por encima de la diplomacia” (2011: pp.96-97). El libro se titula Nuestro hombre en México. Winston Scott, y la Historia Oculta de la CIA.

Luego: “cuando el gobierno de Árbenz anunció en agosto de 1953 que iba a expropiar 70 mil hectáreas que pertenecían a la United Fruit, la CIA halló el pretexto que buscaba. En cuestión de horas el Consejo de Estrategia Psicológica convocó a una junta. El Consejo responsable de revisar y aprobar todos los planes de acciones encubiertas, autorizó a Dulles a dar ´prioridad operativa extremadamente alta’ al derrocamiento del gobierno de Guatemala” (ídem).

Hoy Guatemala, después de 40 años de lucha popular y armada contra las oligarquías respaldadas por EU, después de este golpe de Estado y a pesar de los Acuerdos de Pacificación “Esquipulas I y II”, y de la intervención de la ONU en una Comisión Anticorrupción, posee el dato de que en 2020 salieron de dicho país 1.37 millones de personas para migrar hacia otros países, principalmente Estados Unidos. En 2023 más de 79 mil guatemaltecos fueron deportados de EU, y tal país deportó otros 61 mil migrantes (Statista, 2025). Como ejemplo ilustrador de lo que venimos describiendo. Es imposible, ahistórico, desligar todos los sucesos posteriores a este evento golpista-injerencista de la situación actual. No es solo responsabilidad de los gobiernos de Estados Unidos, pero entonces se quebró el inicio de una vía nacional a nuevas etapas de desarrollo y progreso social.

Las coartadas y “razones de Estado” variaron en cada agresión consumada: la protección de los ciudadanos americanos, de sus propiedades, de los intereses de empresas agrícolas, agropecuarias y mineras, de la invasión amenazante del comunismo en la región, de la existencia de “doctrinas exóticas” incompatibles con la “democracia representativa”, y más recientemente, la producción y exportación de drogas ilegales a EU por organizaciones criminales transnacionales, y la promoción del terrorismo o del narco-terrorismo.

En cuanto al tema de la exportación de estupefacientes prohibidos, que es real, no debemos omitir que, “en 2022, más de 49 millones de personas en los Estados Unidos padecían de al menos un trastorno por consumo de sustancias. Los trastornos por consumo de sustancias se definen en parte por el consumo continuado de sustancias a pesar de las consecuencias negativas”, según el National Institute on Drug Abuse (NIDA) (https://nida.nih.gov/es/news-events/news-releases/2022/12/).

Desde luego que es un mercado fabuloso que ha convertido en narcotráfico mundial organizado lo que eran sustancias usadas en las sociedades prehispánicas de distintas formas, no como negocio descomunal para adictos, el cual convirtieron en tal los millones de consumidores, y que las autoridades de inteligencia, policiales, militares y sanitarias de la primera potencia del mundo, no ha podido, ni contener y menos revertir. Allí tenemos también consecuencias históricas.

La mentalidad y cultura soberbia de la superpotencia jamás les permitirá entender que el haber reprimido la revolución o el cambio social pacífico con orientación popular en tales regiones, ha tenido una expresión fundamental en grandes grupos sociales de ellas que huyen de la tierra de origen por la falta de progreso y legalidad constitucional, de derechos. Y en ello los gobiernos de EU y las oligarquías criollas, brutalmente represivas, tienen una inmensa responsabilidad ante la historia de nuestro continente.

Descargaron toda la fuerza destructiva y criminal de la que fueron capaces para reprimir los deseos y necesidades del cambio social con sentido popular que en distintos momentos impulsaron sectores sociales con mayor visión histórico-social, incluso, sectores militares, como en Guatemala, que fueron aplastados por la mano de un imperio que nunca entendió que se disparaba al corazón, porque de las miserias, marginalidad social, nulidad de derechos constitucionales, aunada a la inmensa demanda de drogas alucinógenas en la enferma sociedad estadounidense, surgieron los carteles de narcotraficantes que se han enriquecido al influjo de su alianza con gobernantes locales corruptos y enfermizamente ambiciosos.

Demanda incremental de drogas prohibidas, alianza con oligarquías criminales y corruptas, más represión de 70 años al cambio social reformador o revolucionario, todo ello para facilitar el acceso inagotable a recursos naturales, materias primas y mano de obra en condiciones miserables, han desatado la terrible crisis humanitaria migratoria en las fronteras centroamericanas que EU vuelve a querer confrontar y revertir con las mismas herramientas e instrumentos que antes provocó la situación actual, con represión de distinto tipo.

Porque se trata de una ecuación histórico-social y económica que no ofrece alternativas, dado que el “Quédate en México”, o “Quédate en Guatemala” o “Quédate en Honduras”, etc. no son más que una especie de “analgésicos para el cáncer”, remedios muy limitados ante un problema histórico-estructural que no quieren o no pueden entender en los gobiernos de alta concentración de poder y en las estructuras sociales opulentas de Estados Unidos, el problema sigue allí y vuelve a expresarse en una reproducción cada vez mayor hasta que se vuelva incontenible o se ataque con asesinatos en masa.

Es decir, los distintos gobiernos en EU, demócratas y republicanos, han bloqueado, en el mejor de los casos, controlado,  sistemáticamente y por más de un siglo, el desarrollo económico y el progreso social en el subcontinente latinoamericano, con la criminal complacencia, complicidad, y beneficio para Estados Unidos y las propias oligarquías criminales, con altos beneficios logrados por décadas y décadas, lo que ha producido cientos de millones de pobres y miserables, que hoy no aguantan más y huyen de la miseria y de las organizaciones delictivas que los oprimen y asesinan en sus propias comunidades, y que son los proveedores de las decenas de millones de consumidores de drogas ilícitas en EU. La incapacidad de las oligarquías intelectuales, económicas y políticas para conducir hacia el progreso a las sociedades nacionales, ha sido manifiesta y sobradamente evidente. Su corresponsabilidad histórica es manifiesta.

Es el más grande y contumaz boomerang político e histórico para los gobiernos de Estados Unidos que haya conocido la historia contemporánea. Porque las oligarquías criollas y corruptas, no pierden mucho, si los pobres y miserables los dejan solos en sus respectivos asientos territoriales, mejor, con todo lo acumulado en más de medo siglo es suficiente para cuatro o cinco generaciones más.

Un proceso histórico de la misma naturaleza depredadora se inauguró y desarrolló durante la “revolución conservadora” (1979) que se extendió a todo el continente como “doctrina neoliberal” en la década de 1980, como doctrina de libre competencia, mercados libres, apertura externa y “Consenso de Washington”, con todos los cuerpos de doctrina económica y social. EU mismo acusó el gran golpe, desde la década de 1970 en que se abandonaron las políticas contra la pobreza americana y fueron sustituidas por la prioridad de la “guerra contra las drogas” y las pollíticas de seguridad, también allí creció el número de pobres. Está puntualmente documentado estadísticamente. Ofrecemos daos duros más abajo.

La irrupción de estas “nuevas teorías económicas para el desarrollo”, sustituyeron el llamado “consenso poskeynesiano” seguido en América Latina luego de la segunda guerra mundial, en materia de teoría y política macroeconómica (que planteó la necesidad de regular la economía capitalista, impulsar la demanda agregada, y generar distintas intervenciones del Estado para suplir las fallas naturales de esa economía), también se estigmatizaron las teorías de la revolución social (básicamente de inspiración marxista y socialista), y aún, las doctrinas y políticas del nacionalismo reformista (ambas últimas dos teorías mencionadas, situadas en la ruptura, y/o a la izquierda del consenso poskeynesiano, respectivamente). Sobre éstas últimas, múltiples líderes latinoamericanos voltearon a ver la “obra de la revolución mexicana” producto de la gran rebelión de 1910. Pero así, bajo la fuerza de la guerra fría y las políticas de defensa a ultranza de los grandes intereses de la superpotencia del norte, y la imposición de las instituciones multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial (controlados por EU con la poderosa influencia de su liderazgo intelectual y las cuotas de aportación para su funcionamiento), se consumó, la implantación y el avance de la “revolución conservadora” impulsada por la dupla del conservadurismo mundial Ronald Reagan-Margaret Tatcher.

Se forjaron luego las proyecciones más optimistas hacia los procesos de integración económica como corolario y cuasi panacea para lograr el desarrollo nacional bajo las nuevas doctrinas económicas y políticas en vigor. La tesis: la complementariedad económica en donde las economías locomotoras pueden jalar el desarrollo de las más débiles, es decir, la interdependencia o el capitalismo interdependiente, a lo que los profesores y autores estadounidenses, Paul Craig Roberts y Karen La Follette Araujo denominaron en su obra respectiva “La revolución capitalista en Latinoamérica”, en la cual atribuyen “las fallas del mercado, no al funcionamiento de la economía capitalista como tal (como Keynes y sus diversos seguidores), sino a la propia intervención del Estado en la procesos económicos y en los mercados. Dicha “revolución” conforme a su tesis, cambiaba “la búsqueda de la obtención de rentas por la obtención de beneficios basados en la productividad” (Oxford University Press, 1999).

Economistas latinoamericanos críticos formados en otros cuerpos de teorías y políticas públicas, con distinta visión social respecto de la entronización de este nuevo modelo de desarrollo implementado ante la fuerza de la “revolución conservadora”, como el doctor Pedro Vuskovic que lo denominó un “modelo de integración exterior y segregación social interna”. El doctor Arturo Huerta ya a principios de la década de los años noventa señalaba “la fragilidad y los retrocesos” que arrojaba el nuevo modelo implementado incapaz de atacar la problemática estructural en nuestras economías y el inmenso rezago de bienestar.

“A pesar de la disminución de la participación del Estado en la economía y del mayor predominio de los mecanismos del mercado, no se han corregido los desequilibrios macroeconómicos ni se han creado condiciones de estabilidad de precios y de crecimiento económico sostenido (…) El predominio de los mecanismos de mercado de economía abierta, configura una economía más integrada  a la de los países desarrollados y dificulta encarar los problemas estructurales (…) Las políticas y estrategias económicas que han predominado, no han superado los rezagos productivos y sociales. Ello ha conformado economías altamente vulnerables y dependientes del exterior”. (CEPNA, Crítica del Neoliberalismo,1992)

Para Pedro Aspe, artífice junto a Carlos Salinas y Jaime Serra Puche, esta ruta se denominó “etapa de ajuste macroeconómico y reforma estructural” a partir de un “programa de estabilización”, comandado por el FMI-BM, con otros programas de “compensación social” como “Solidaridad” y el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento (PECE). Luego vinieron otros. (Aspe, Armella, 1993, pp..20-32)

Pero se omitió un factor esencial y elemental: bajo regímenes despóticos, criminales, corruptos, derrochadores, de privilegios para minorías, y sometidos a influencias hegemónicas, ningún cuerpo teórico, socio-político o doctrinario puede ser eficaz y eficiente en la realización de sus propósitos (en el mejor de los casos, solo a medias), cualquiera que ellos puedan ser. Otra gran lección histórica desde y para la subregión latinoamericana, con distintos ex jefes de Estado o muy cercanos colaboradores encarcelados en distintas prisiones del continente, incluido México. En otro momento trataremos el tema mexicano a mayor detalle.

El análisis y pronóstico de los críticos fue certero: dos años después, a finales del sexenio de Carlos Salinas, diciembre de 1994, estalló la primera crisis del modelo neoliberal, a pesar de que privatizaron una parte sustantiva de la riqueza nacional, luego siguieron otras economías latinoamericanas, “el efecto tequila” y demás. El fracaso ya avanzaba rápidamente. Estados Unidos mantuvo a raja tabla su oposición a cualquier ajuste macroeconómico en sentido contrario al de la “revolución capitalista”, a través de su dominio sobre los organismos multilaterales FMI-BM. El Consenso de Washington tan favorable a las inversiones estadounidenses, a los créditos de sus bancos privados, y la exportación libre de sus mercaderías y servicios, no admitía el menor cuestionamiento.

La respuesta a las bárbaras consecuencias del “ajuste estructural y la estabilización” fueron los programas de “focalización de la política social” y la máxima apertura a la inversión extranjera, es decir, la ayuda básica a los grupos altamente vulnerables en situación de pobreza extrema, y la generación de empleos vía la inversión privada, absolutamente marginales para un rezago estructural de bienestar social de décadas y la reactivación estable del crecimiento económico. Llegaron al extremo las medidas neoliberales y de desnacionalización económica, como “la dolarización del sistema monetario” en Argentina, y otras medidas que no enfrentaban con sentido popular la situación estructural presente y en agudización.

De este fracaso y del nuevo grave deterioro de las condiciones de vida de la población latinoamericana, en particular de la mexicana y centroamericana, se derivaron movimientos contestarios, de protesta y alternativa, “explosiones sociales” como “el caracazo” en Venezuela, y otras, fue el contexto preciso en que en la década de 1980 crece el narcotráfico y en la década de 1990, llega al auge la propagación de las organizaciones criminales que gradualmente se posesionan en las instituciones del Estado y agudizan los procesos de corrupción que se convertirán en sistémicos, presentes en el conjunto de las instituciones del  Estado.

La expresión económico social fue: “conforme el World Inequality Report, mientras el 10 por ciento de los habitantes de Centroamérica con mayor nivel de riqueza detentan el 61.5 por ciento de los activos nacionales, el 50 por ciento de los habitantes que disponen de menores recursos, apenas poseen el 28.4 por ciento del total de la riqueza acumulada regional(datos para 2022). Así entonces, en los países centroamericanos, en donde se observan modelos extractivistas que basan fundamentalmente su competitividad en el pago de bajos salarios y un funcionamiento inapropiado del mercado, la desigualdad y la pobreza es un resultado normal, pero que lamentablemente aleja a los países de los propósitos establecidos en sus constituciones políticas.

El país más desigual de la región, puede medirse, tanto por el índice de Gini (mide la desigualdad económica de una sociedad, mediante la exploración del nivel de concentración que existe en la distribución de los ingresos entre la población (el coeficiente de Gini toma valores entre 0 y 1; un valor que tiende a 1 refleja mayor desigualdad en la distribución del ingreso.) como por el coeficiente de Palma ‒que relaciona el nivel de ingresos que percibe el 10 por ciento más rico de la población con el 40 por ciento de menores ingresos), es Honduras, que presenta una concentración del 52.1 por ciento mientras que el decil de mayores ingresos se queda con 3.8 veces más recursos respecto de los que logra el 40 por ciento de los habitantes menos favorecidos.

Guatemala –que venimos usando como ejemplo ilustrativo– tiene un coeficiente de Gini del 48.3, en donde el 40 por ciento más pobre retiene sólo el 13.1por ciento de los ingresos totales, y el 10 por ciento más rico concentra el 38.1 por ciento, así, la relación de ingresos del 10 por ciento más rico respecto del 40 por ciento más pobre, es de 2.9 veces el ingreso (Medina, Bermejo Abelardo, Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, ICEFI). En México el coeficiente de Gini fue de 43.1 por ciento en 2022 (Banxico); en 2018 fue de 46 (Datos Macro), en donde el 1 por ciento concentra el 41.2 por ciento del total. Un dato agregado de gran importancia en que el 72.9 por ciento de los ingresos tributarios lo aportan los hogares, “cuando debería ser la empresa la que contribuya más”. (Gaceta UNAM, 2 de octubre de 2023)

Entonces, la articulación de los procesos sociales es precisa y evidente, incluso estadísticamente, no automática, pero con diferentes ritmos y en diversos contextos concretos de cada país. Ahora, evidentemente la presencia de las organizaciones criminales complica todo, porque más allá del tema de la enorme disparidad de ingresos, la violencia que se ejerce sobre comunidades sociales indefensas es mayúscula, y se agudiza por las alianzas delictivas de las policías con las organizaciones del delito. Y ya sabemos la inmensa motivación de la demanda de decenas de millones de consumidores estadounidenses de distintas drogas ilegales y adictivas que nutren el poder económico, político y social de las mismas.

El diagnóstico de los especialistas de la ONU en la enumeración de los factores de vulnerabilidad de los países centroamericanos, es preciso desde hace 20 años:

“Varios países de la región son vulnerables debido a factores socio-económicos resultado de ingresos inequitativos, urbanización caótica, pobreza masiva, una proporción muy alta de juventud, fácil acceso a una gran cantidad de armas, y un ambiente inestable postconflicto.  Estos factores sociales agravan, asustan a los inversionistas y promueven la fuga de capital doméstico y de grandes cerebros (….) Mientras que el crimen y la corrupción reinan y el dinero de drogas pervierte la economía, el Estado ha perdido el monopolio sobre el uso de la fuerza y los ciudadanos no confían más en sus líderes y en las instituciones públicas. Como resultado, el contrato social se desmorona y la gente toma la ley por sus propias manos, tanto para protegerse como para cometer delitos.” (ONU Oficina contra la Droga y el Delito, 2004)

Dicha situación no ha variado, pero se ha adicionado la exacerbación de la violencia criminal y el debilitamiento severo de las instituciones del Estado.

“El epicentro de esta violencia se sitúa principalmente en Honduras, Guatemala, El Salvador y Belice. Desde hace años estos cuatro países poseen una de las tasas de homicidios más altas del mundo, encabezando la lista de países más violentos de toda América Latina. Los tres primeros conforman el llamado Triángulo Norte y han seguido políticas paralelas en cuanto a estrategias de reducción de la violencia, vinculadas principalmente a la aplicación de políticas con un claro enfoque de seguridad. (…)  la cuestión clave radica principalmente en el impacto de las elevadas tasas de criminalidad sobre su desarrollo (…) El coste económico para esta región es enorme, con cálculos que afirman que la violencia causa la pérdida de un 8por ciento de su PIB. La violencia limita y lastra el crecimiento de la actividad económica del país, generando enormes pérdidas a la productividad, aumentando los costes de producción y limitando la inversión extranjera, con el consiguiente perjuicio para el mercado laboral. También absorbe una cantidad importante de recursos en la aplicación de políticas de lucha contra la criminalidad en detrimento de otros sectores que tienen limitados sus recursos financieros.” (CIBOD, Barcelona, 2025)

Así, con este análisis, de una institución europea, se hace más que evidente el consenso de los especialistas y estudiosos de distintos centros de pensamiento y análisis sobre la región centroamericana. La doble dicotomía, ausencia de desarrollo-pobreza y violencia criminal-declive institucional, son los dos círculos infernales de carácter endógeno que potencian la huida masiva de nacionales hacia la migración internacional, pero en el bloqueo de las opciones de avance con distribución de la riqueza desde el exterior, Estados Unidos históricamente ha jugado un rol en extremo en extremo negativo, y la inmensa demanda de drogas ilegales de su población, también es un factor de estímulo sin igual para la violencia, el empoderamiento  criminal, la connivencia de los cuerpos armados del Estado, de los altos funcionarios, de las empresas privadas, todos contribuyen a esta brutal realidad que conlleva abandonar el país de origen bajo las peores condiciones posibles. Siempre dichos procesos serán un completo drama humano.

En suma, las cinco variables del horror social: falta de desarrollo, pobreza extrema, aguda violencia criminal y alta vulneración de las instituciones del Estado, más bloqueo externo de las opciones del cambio político, son la ecuación que hoy tiene desquiciadas las regiones, centroamericana, principalmente, del Caribe y México, en cierta medida también, y el propio Estados Unidos de Norteamérica.

La solución tardará un poco en llegar, hay una situación de extrema complejidad. Mientras tanto, políticas nacionales convergentes de contención para evitar un mayor desbordamiento, es decir, manejo de impacto de crisis, es una opción válida para los distintos involucrados.

Jorge Retana Yarto

*Licenciado en economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional; maestro en administración pública; doctor en gerencia pública y política social. Tiene más de 25 años como docente de licenciatura y posgrado; exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional, del CNI.

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