Panel de T-MEC sobre maíz transgénico privilegió a corporativos: Álvarez-Buylla

Panel de T-MEC sobre maíz transgénico privilegió a corporativos: Álvarez-Buylla

La evidencia científica que presentó el Conahcyt ante el panel del T-MEC sobre maíz transgénico no fue tomada con seriedad: Álvarez-Buylla
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La evidencia científica que presentó el Conahcyt ante el panel del T-MEC sobre maíz transgénico –que revela que los organismos genéticamente modificados son un riesgo para la salud humana y la biodiversidad– no fue tomada con seriedad, a pesar de estar fundamentada en miles de artículos científicos, afirmó la extitular del Consejo, María Elena Álvarez-Buylla.

Al participar en el webinario “GM maize and glyphosate: new evidence from Mexican scientists calls for precaution”, la doctora acusó que en ese panel se dio prioridad a textos obsoletos de autores que, en su mayoría, responden a intereses de las grandes corporaciones estadunidenses. Lo que está detrás, puntualizó la científica, es la llamada “ciencia neoliberal’, como lo nombró; además, por parte del panel “puede haber un sesgo a favor de estos intereses”.

Por su parte, la bióloga Erica Hagman Aguilar –exdirectora de Políticas y Normativa de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem)– criticó que los tratados de libre comercio no están diseñados para proteger los derechos humanos o al planeta, sino para “priorizar el ámbito comercial”.

El alto nivel de consumo de maíz en México, de entre 0.3 y 1 kilo per cápita al día (el mayor a nivel mundial), convierte a estos organismos genéticamente modificados en “casi un riesgo a la salud”, advirtió la doctora Álvarez-Buylla en el seminario web donde se presentaron los resultados más importantes del dossier científico elaborado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías a mediados de 2024.

Hay miles de artículos que muestran los riesgos del consumo crónico de alimentos derivados de transgénicos, asociados al uso de sustancias químicas tóxicas para las personas, añadió, y puso el ejemplo de Andrés Carrasco, difunto científico argentino que descubrió cómo las sociedades cercanas a campos de soya transgénica en aquel país tenían alteraciones en los procesos del cerrado del tubo neural en los vientres de sus madres.

Por ello, la científica Álvarez-Buylla refirió que, desde 2017, se descubrió que el 90 por ciento de las muestras de tortillas había trazas de transgénicos, y en el 30 por ciento, glifosato. Años después, en septiembre de 2024, un informe preliminar del Conahcyt reveló que el 25 por ciento del maíz para consumo humano, guardado en almacenes de México, dieron positivo a presencia de transgénicos, principalmente los eventos resistentes a herbicidas.

No es posible coexistir con organismos genéticamente modificados (OGM) sin contaminación de variedades nativas, “sobre todo en centros de origen y biodiversidad”, apuntó la extitular del ya desaparecido Conahcyt. Por tanto, violentan la naturaleza pública y el derecho de las personas de mantener esos alimentos libres de OGM.

Asimismo, subrayó que las variedades nativas tienen mayor calidad en comparación con los genéticamente modificados: tiene más fibras y nutrientes, y son aquellos que se han utilizado para la gran variedad de platillos mexicanos, parte de la cultura del país.

Vínculos con agrotóxicos

El mayor número de modificaciones genéticas se centran en la resistencia a herbicidas, principalmente en hojas y semillas de maíz, comentó Erica Hagman; pero también existen para resistir insectos. Tienen una asociación directa con plaguicidas altamente peligrosos y el riesgo se centra en los restos que quedan en los cultivos.

Entre ellos se encuentran el glifosato, que se ha establecido una relación con su uso y el cáncer. Otros plaguicidas altamente peligrosos, utilizados en el modo de producción agroindustrial, es el 2,4-D, con evidencia de cáncer por genotoxicidad y daños en la sangre; así como el Dicamba, causante de cáncer por mutatoxicidad; o el paraquat, asociado con desarrollar parkinson, continuó la funcionaria de Cibiogem.

La exposición al glifosato se da de manera ocupacional, en agricultores, familias, jardineros y pueblos cercanos a los campos; y no ocupacional, por contacto de productos con residuos del herbicida, y añadió que se ha detectado sensibilidad en la piel o envenenamiento por toxicidad aguda. En Colombia, ejemplificó, hay un caso en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que fue rociada con glifosato y tuvo un aborto espontáneo para después fallecer.

También es una sustancia que afecta al sistema digestivo, el cerebro, y desestabiliza el microbioma. Y se insiste más en el glifosato porque es el herbicida más utilizado a nivel mundial, uso del cual casi el 50 por ciento va con destino a los cultivos GM (63 por ciento tolerantes a glifosato).

Mitos de los transgénicos

Así como se evidenciaron los riesgos asociados a los OGM, también desmintieron argumentos utilizados por las corporaciones para hacer pasar por buenos sus tecnologías. Uno de esos es que los maíces transgénicos han aumentado la producción alrededor del mundo.

Según el expediente científico de Conahcyt Efectos del maíz GM sobre la salud humana, el ambiente y la diversidad biológica, incluida la riqueza biocultural de los maíces nativos en México, explica que la mayor producción de maíz en el mundo no se debe a la entrada de transgénicos, “sino a un aumento del área cultivable; es decir, se produce más porque hay más superficie para estos cultivos”, incluso en Estados Unidos, el país que más cultiva estas tecnologías.

Erica Hagman argumentó, por su parte, la falacia de decir que en todo el mundo se siembren transgénicos. En el 85 por ciento de los países en el mundo no se siembran transgénicos y el 80 por ciento ni siquiera los importa. La Organzación de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura reconoce que quienes alimentan al mundo son las y los pequeños y medianos productores, añadió.

Proteger el maíz

Además de los anteriores riesgos, los transgénicos también se usan mucho en productos ultraprocesados -mencionó Erica Hagman-, dañinos para la salud de las personas por sus altos niveles de azúcares, sodio y grasas; situación que afirma también la Asociación Americana de Pediatría, y por lo cual ha alertado a la población de su consumo.

Es por ello la importancia de cuidar la importación a México de maíces genéticamente modificados para que no lleguen a los alimentos, lo cual se ha vuelto difícil desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sugirió la doctora Álvarez-Buylla.

Debido a lo anterior, concluyó que “es muy importante aplicar un principio de precaución, defensa, cuidado de la salud pública, puesto que Estados Unidos y las grandes corporaciones no han asegurado” ni regulado sus procesos de exportación de maíces GM, además de aplicar el principio precautorio

Resaltó también lo hecho por los gobiernos López Obrador y Claudia Sheinbaum, que impulsaron la reforma que protege la siembra de maíces transgénicos para consumo humano

De igual manera, realizar más investigación respecto al daño que causan estas tecnologías a las personas, ya que actualmente no hay tanta información, como sí la hay respecto a animales, dijo Erica Hagman, y veló por un cambio de modelo regulatorio, en el cual se deja de lado la causa-efecto y se priorice “el principio de máxima protección a los seres humanos”.

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