Al jurar como el presidente número 47 de Estados Unidos, el republicano Donald Trump anunció que la tarde de ese 20 de enero firmará las órdenes ejecutivas para declarar “emergencia nacional en la frontera sur”. Adicionalmente, declarará a los cárteles del narcotráfico en México como “organizaciones terroristas”, y rebautizará al Golfo de México como Golfo de América.
Así, entre las primeras acciones del gobierno del magnate está la expulsión de migrantes indocumentados. “Primero declararé una emergencia nacional en nuestra frontera sur. Todo ingreso ilegal será detenido de inmediato y comenzaremos el proceso para devolver a millones y millones de extranjeros delincuentes a los lugares de donde vinieron”.
Durante la ceremonia protocolar, Trump anunció que regresará su política conocida como quédate en México: “reinstauraremos mi política Remain in Mexico. Acabaré con la práctica de capturar y soltar –a los migrantes indocumentados– y mandaré soldados a la frontera sur para rechazar la desastrosa invasión de nuestro país”.
Con relación a las organizaciones del crimen organizado en México, el político republicano informó: “conforme a las órdenes que firme hoy, también se designará a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras”. Tras ello, propuso invocar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798: “mandaré que nuestro gobierno use todo el poder de procuración de justicia federal y estatal para sacar a todas las redes delictivas y pandillas que llevan la delincuencia devastadora al suelo estadunidense”.
Y añadió que, “como comandante en jefe, no tengo responsabilidad más alta que defender a nuestro país de amenazas e invasiones, y eso haré exactamente”. Al asumir el cargo, Donald Trump también reiteró que, “en poco tiempo”, cambiará “el nombre del Golfo de México al Golfo de América”.
En cuanto al tema de los aranceles, aunque no ahondó en los países a los que se les impondrá esta medida, sí destacó la importancia del sistema de recaudación extranjera. Ello, “para que recaude todos los aranceles impuestos y serán cantidades enormes de dinero que llegarán hasta nuestro [Departamento de] Tesoro, de otros países”.
De igual modo, el presidente de Estados Unidos insistió en la “recuperación” del Canal de Panamá: “el presidente Mckinley hizo muy rico a nuestro país mediante aranceles y talento, fue un empresario natural, para muchas de las cosas grandiosas que hizo como el Canal de Panamá que neciamente se ‘cedió’ […] después de que Estados Unidos –Estados Unidos, piénsenlo– gastara más dinero que nunca en un proyecto y perdiera 38 mil vidas en la construcción del Canal de Panamá”.
El político declaró que a los estadunidenses “nos han tratado muy mal por este regalo necio que jamás se debió haber hecho”. Aseguró que los barcos estadunidenses sufren “cobros exagerados” y que “no se les trata justamente de ningún modo, y eso incluye a la Armada de Estados Unidos”. También acusó, sin presentar pruebas de ello, que China opera el Canal: “no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá y lo vamos a recuperar”.
Durante su discurso en el “día de la inauguración presidencial”, indicó que con estas acciones “históricas” comienza un cambio en esa nación: “con estos actos comenzaremos la restauración completa de Estados Unidos y la revolución del sentido común, ante todo sentido común”.
El primer mandatario estadunidense indicó que, con su regreso a la Casa Blanca, su país “será respetado otra vez por todo el mundo […] vuelvo a la presidencia confiado y optimista de que estamos al comienzo de una emocionante nueva era de éxito nacional”.
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