Trump podría amenazar estabilidad política, económica y social de México

Trump podría amenazar estabilidad política, económica y social de México

La llegada de Trump a la Presidencia de EU podría ser un factor que amenace la estabilidad política, económica y social de México
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La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos podría ser un factor que amenace en los próximos dos años –es decir, mientras tenga mayoría en el Congreso– la estabilidad política, económica y social de México, si es que llegara a cumplir sus principales amagos contra el país: declarar a los cárteles del narcotráfico como terroristas, lo que podría implicar que se viole la soberanía nacional y se trastoque la relación bilateral; cancelar el T-MEC o aplicar aranceles generalizados del 25 por ciento; y deportar masivamente a los migrantes mexicanos sin documentos. Expertos entrevistados por Contralínea señalan que el papel de la diplomacia será fundamental para desactivar los futuros conflictos. Asimismo, observan que la fortaleza del gobierno de Sheinbaum radica en la recuperación de la soberanía e independencia del país, por lo que auguran que podrá sobrellevar el próximo bienio, crucial para la aplicación de las políticas más radicales del republicano

Son tres las principales amenazas que podría enfrentar México con la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, a partir de este 20 de enero de 2025: 1) que el mandatario estadunidense declare como grupos terroristas a los cárteles del narcotráfico, lo que podría implicar que se viole la soberanía nacional con operativos militares desarrollados directamente en territorio mexicano, o mediante el uso de drones asesinos con objetivos específicos, lo que violaría el espacio aéreo; así como el congelamiento en cualquier país de cuentas bancarias de presuntos narcotraficantes, pero también de empresarios y políticos, sólo por la sospecha de que lavan dinero, e incluso la aplicación de otras sanciones económicas. En cualquier escenario, esto trastocaría la relación binacional y obligaría al gobierno de Claudia Sheinbaum a reaccionar en términos políticos y diplomáticos, e incluso militares, de ser el caso.

2) Que el político republicano cancele el T-MEC o aplique aranceles generalizados del 25 por ciento, como lo prometió, con lo que se presionaría el peso mexicano y las inversiones, al menos en las primeras semanas de aplicación. Al respecto, la administración de la presidenta Sheinbaum podría reaccionar como espejo, e iniciar un escenario de: arancel por arancel, además de desarrollar una política interna de protección a la economía.

Y 3) si Trump cumple su “promesa” de deportar masivamente a los migrantes mexicanos sin documentos, lo que generaría dos situaciones de urgente atención: lo que toca a la protección consular en Estados Unidos y todo el acompañamiento a allá; y el plan interno para atender, primero, la repatriación sólo de connacionales; y, segundo, que éstos tengan atención a su regreso para conseguir empleo y vivienda dignos, además de todos los servicios necesarios: salud, educación, infraestructura, etcétera.

Con la llegada de Trump, el escenario para el gobierno de México no será fácil, coinciden expertos consultados por Contralínea, pero tampoco es catastrófico: el país tiene ventajas, principalmente por la recuperación de soberanía e independencia en sectores estratégicos, la integración económica regional, y las áreas de cooperación que a Estados Unidos no le conviene romper.

Y es que ahora México está en mejores condiciones de las que se tenían en 2017, cuando el magnate estadunidense asumió la Presidencia por primera vez, asegura el doctor en economía y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Óscar Rojas Silva. Al respecto, destaca que, desde diciembre de 2018, el país fue recuperando ese potencial.

Y aunque observa que las amenazas de aranceles y toda la dinámica diplomática del propio Trump, como parte de su estrategia, producen mucho ‘ruido’ mediático, “hay que hacer a un lado la estridencia de lo diplomático para recordar que hay una necesidad y que también hay intereses materiales para esto. No nada más es una cuestión ideológica, sino que hay intereses concretos de que México tenga este desarrollo industrial”.

Al respecto, el doctor Rojas Silva advierte que “la diplomacia mexicana, en general, ya tiene experiencia con este personaje, y los resultados son positivos, como lo reconoció la propia presidenta [Claudia Sheinbaum] en su discurso de 100 días. Estas relaciones han sido benéficas, como la que existió en el pasado [con Enrique Peña] y como el antecedente inmediato de [Andrés Manuel] López Obrador y el propio Trump”.

Por su parte, el investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y doctor en ciencia política Amando Basurto Salazar observa que los dos primeros años de la administración trumpista serán cruciales, por su falta de fuerza en el Senado y en la Cámara de Representantes.

“El señor Trump tiene 53 senadores y también tiene pocos representantes. Hay mucha gente que habla de que tuvo un gran triunfo electoral el año pasado, pero no fue así. En 2016 el Partido Republicano ganó 240 curules en la Cámara de Representantes, hoy solamente tienen 220; quiere decir que no tiene una gran mayoría, y es muy probable que el Partido Republicano lo pierda en las elecciones intermedias de 2026; y, siendo así, lo que va hacer el gobierno del señor Trump es apresurar, por ejemplo, la expulsión de migrantes todo lo posible durante los primeros dos años, porque si no, se le acaban los recursos. La Cámara de Representantes se los frena, como ocurrió en su administración pasada con el muro”.

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Lo previsible del factor Trump

La relación bilateral México-Estados Unidos con el gobierno trumpista iniciará desde el minuto uno, pues sus primeros anuncios podrían ser definitorios del rumbo que tomará, al menos durante las primeras semanas.

Consultado al respecto, el doctor Basurto Salazar proyecta que la administración de Trump será errática, de muchas ocurrencias, como pasó en su periodo anterior. Por lo que, señala, “el gobierno mexicano va a tener que estar respondiendo casi día con día a lo que se le presente”.

El doctor en estudios políticos por la New School for Social Research indica que “el señor Trump va a medir fuerzas desde el principio, va a ver cuál es el tipo de respuesta que recibe desde la Embajada [de México], desde la Secretaría [de Relaciones Exteriores] y de la Presidencia directamente a las formas en las que él quiera establecer la relación”.

Respecto de las características que se podrían esperar sobre la relación bilateral, el experto considera que es previsible que Trump apueste por “una negociación en posición de fuerza, pues no le interesa mucho guiarse por las normas y las reglas. Entonces eso es lo que no habría que esperar en este caso. Parece que el gobierno mexicano lo sabe, lo entiende. En 2017 no había experiencia, entonces el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto reaccionó como creía que podía reaccionar, estableciendo una línea directa con el aún candidato”.

En específico, el doctor Basurto Salazar observa que “el gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum tiene como referencia la experiencia del excanciller Marcelo Ebrard, quien estuvo como secretario de Economía. No quiere decir que haya sido la mejor forma de llevar a cabo la relación la que llevó el canciller, eso sería un análisis distinto, pero nadie tiene más experiencia de ese tipo de relación tú a tú con el señor Trump. Entonces si alguien está de referencia en el gobierno actual, y que les puede decir: ‘así sí’, ‘así no’, ‘eviten este tipo de palabras’, ‘este tipo de encuentros/desencuentros’, ‘a él le gusta este tipo de aproximación’, me parece que es él [Ebrard]; y esa es la pequeña ventaja que se tiene hoy día. ¿Va a ser complicado? Sí, desde el primer día va a ser complicado, especialmente en el tema de migración”.

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Aranceles y T-MEC, presiones para la economía

La llegada del magnate estadunidense de nueva cuenta a la Casa Blanca representa un regreso a la política que instrumentó en su primer mandato. Al respecto, el doctor en economía Rojas Silva refiere el simbolismo de ello, como un momento de recambio geoeconómico: “el make America great again es el reconocimiento implícito de que ya no lo eres, es decir, los propios estadunidenses saben que su posición geopolítica ya no es la misma. Creo que ese contexto es muy importante, porque es una necesidad que se tiene de parte de Estados Unidos para su reorganización, es decir, necesita sí o sí un país que tenga una capacidad industrial importante”.

Acerca de la posibilidad de que el gobierno trumpista arranque con una guerra arancelario con México –es decir, un escenario donde imponga los aranceles universales del 25 por ciento y en el que la presidenta Sheinbaum responda con la aplicación de aranceles a las importaciones estadunidenses–, el economista recuerda que los aranceles son estrictamente política comercial. Esto es, explica, que un lunes puede determinar que se apliquen y un martes lo puede mover. “Es muy dinámica esa cuestión”.

No obstante, considera que la posibilidad de que se fijen aranceles a las exportaciones mexicanas es muy alta. “Yo no dudo que en algún momento pusiera sobre la mesa ya, incluso hasta cifras específicas para determinados ramos: está construyendo incluso ya una entidad pública para esos efectos, para hacer ese cobro de aranceles. Entonces, no dudo que se dará este asunto”.

Agrega que en esa circunstancia, lo previsible es “la estridencia mediática [en México] de que esto ya es el fin de todo”. Al respecto, recuerda que, en el fondo, “hay una guerra económica global entre la economía norteamericana y el bloque que la acompaña, con China y el bloque que lo acompaña; eso es un hecho. Y efectivamente los aranceles que se pusieron ya de forma determinante han sido para esa frontera exterior con China”.

Por ello considera poco racional poner una “frontera” al interior de su bloque: “es como si China de repente decidiera poner aranceles entre sus ciudades. Sería una locura, porque esto implica que te metes con las capacidades de integración natural orgánica de las regiones. Es tener fronteras en todos lados, es una economía sitiada y esto no es bueno para el desarrollo económico de ninguna manera”.

En este caso, indica el doctor Rojas Silva, es igual, “nada más que nosotros no estamos integrados, o estamos semi-integrados a través del Tratado de Libre Comercio originario [TLCAN] y luego del T-MEC. No tendría sentido, no podría durar mucho estructuralmente. Ahí, el papel de México por supuesto será convencer fehacientemente de que esto es así”.

Migración, la crisis social

Otra gran amenaza de Donald Trump es la de la deportación masiva de migrantes indocumentados. Al respecto, el doctor Basurto Salazar considera que es el tema más complicado en lo social y en lo diplomático, “porque es muy difícil cambiar la narrativa y el peso que tienen los estados que cuentan con gobiernos republicanos dentro de la narrativa trumpista”.

El politólogo augura que desde el lunes 20 de enero empezarán las deportaciones de mexicanos y migrantes de otros países que están de manera irregular en Estados Unidos. “No importa si hayan cometido un crimen, ya fuera algo grave o pasarse un alto, van a usar cualquier pretexto para su ejecución y lo van a hacer”.

Al respecto, destaca que es previsible que el gobierno mexicano manifieste que su obligación es recibir sólo a los connacionales. Ahí es donde la migración se vuelve una moneda de cambio que no nos gusta, pero por desgracia, frente a la presión, puede ser; es decir, frente a la presión puedes decir: ‘voy a aceptar a los venezolanos, pero no me presiones en este tema, o para que no aparezca nada del terrorismo, yo te puedo aceptar la migración de venezolanos y me encargo de los venezolanos que me quieras hacer llegar, porque es difícil frente a la relación que estaba rota con el gobierno de Nicolás Maduro que los lleves. Estoy especulando, por supuesto, pero la aceptación de otros migrantes, de otros expulsados podría volverse clave en las negociaciones”.

No obstante, el académico de la FCPYS de la UNAM refiere que el problema será mayúsculo, pues casi ningún país –y es el caso de México– cuenta con suficientes recursos para lidiar de la mejor manera con la cantidad de personas en situación migratoria indocumentada que puede ser expulsada de Estados Unidos.

“Hacerle las cosas complicadas a los estadunidenses, en general, y al gobierno estadunidense sería: ‘regrésalos hasta su país, yo no voy a aceptar a ninguno; pero, a su vez, eso nos pone en una posición contraria: no de amigos, sino de enemigos del señor Trump. Por ello, hay que encontrar en dónde sí y en dónde no se puede negociar, en este caso porque la narrativa ya no la vamos a poder cambiar.”

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El amago del terrorismo y la intervención

Declarar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas es otra de las grandes amenazas al país, pues podría implicar escenarios de intervencionismo y violaciones a la soberanía nacional. De concretar esa política, se podría trastocar la relación bilateral y la política de seguridad regional.

Consultado acerca de cómo llega México a ese posible escenario si se tiene en cuenta que con el presidente López Obrador se replanteó la relación en temas de seguridad empezando por la expulsión de 14 agencias estadunidenses, el doctor Basurto Salazar considera que “lo que va haber es una tendencia a la renegociación de la participación de las diferentes agencias de seguridad estadunidenses y de inteligencia. Lo escuchábamos en voz del todavía senador Marco Rubio [y futuro secretario de Estado con Trump]: su intención de cooperar con México pasa por esta idea de que los grupos criminales en territorio nacional, son o parecen ser terroristas y había que atacarlos como terroristas”.

No obstante, advierte que será poco probable que los cárteles sean declarados terroristas, porque hay formas de evitarlo. “La primera es establecer un diálogo inmediato con el gobierno de Trump, el mismo lunes [20 de enero] o martes [21 de enero] en donde se le plantee lo que se ha hecho durante los primeros 100 días, y cómo se planea seguir avanzando en lo que más les importa a ellos, que es el combate al trasiego de fentanilo y el problema del crimen organizado armado en México”.

Al respecto, indica que se debe explicar lo hecho por el gobierno mexicano. Además, indica, hay que externarles que también ellos “tienen que hacer su parte, porque en el caso de las armas, la mayoría vienen de su territorio, entonces ‘necesitamos que ustedes nos ayuden. Si los cárteles son peligrosos es porque ustedes los están armando, ayúdenos a detener ese armamento antes de que pase’”.

Otro de los aspectos por los cuales el politólogo no ve tan probable esa declaratoria de terrorismo es porque no será una decisión sólo del presidente Trump: “al interior de Estados Unidos tiene que pasar algo muy importante para justificar esa acción, es decir, tiene que haber una crisis hacia el interior de Estados Unidos para querer cambiar la narrativa y hablar de terroristas en México”.

El doctor Basurto indica que desde México no se debe hablar de ninguna forma de terror generado por el narcotráfico. “Escuché a un par de comunicadores hablar del terror que generan estos grupos armados en México, es mala idea usar la palabra terror. En este caso es complicado porque puede abrir espacios para este tipo de discursos en Estados Unidos; por eso, lo primero es desde México nunca calificarlos como actos de terrorismo”.

Asimismo, considera necesario “establecer la mayor coordinación posible y explicarles que los costos pueden ser altos en la relación nuestra y también hacer los costos altos hacia el interior; es decir, qué tan costoso sería que ellos usaran su estructura militar en contra de México. Yo no creo que invadieran México, sería igual de preocupante, pero no será lo mismo que realizaran ejecuciones extrajudiciales con drones, por ejemplo, cosa que se ha hecho de manera sistemática con Donald Trump y Barack Obama. Eso es lo que podría pasar y lo que tiene que evitar el gobierno mexicano y generar una narrativa desde México que no eche leña al fuego en los Estados Unidos, es lo más importante”.

Para el experto en el análisis de la relación México-Estados Unidos, el gobierno de Sheinbaum debería trabajar –por medio de la Embajada mexicana– en el Congreso estadunidense, para explicar por qué declarar como terroristas a las organizaciones del crimen organizado sería mala idea. “Insistir en eso. Se requiere un tipo de diplomacia de ese nivel legislativo desde la embajada. Ahí va a estar la clave para que no suceda nada de esto”.

—Ante un escenario de esa naturaleza, ¿cuál sería la respuesta correcta o cómo tendría que actuar el gobierno de México ante una circunstancia así, sea con drones o sea con personal armado?, ¿hay una manera de que esto no vaya escalando? –se le pregunta al doctor Basurto Salazar–.

—El problema es que en ese momento habría que pensar, primero si vale la pena y luego si tenemos capacidad de escalarlo. Y si no, lo que vamos a ver es un intento permanente de tratar de desescalarlo una vez que comience. Por ello, antes de que comience la acción, lo que hay que hacer es desescalar la narrativa. En ese sentido, el trabajo más importante que tiene que realizar hoy el gobierno mexicano es en la embajada, con los legisladores, porque el gobierno del señor Trump tiene 53 senadores republicanos y los tiene a todos alineados en la idea de que es necesario utilizar a las Fuerzas Armadas; sin embargo, basta con que cuatro o cinco de sus senadores sean convencidos de que no es la mejor manera para que no tengan mayoría suficiente y por eso hay que trabajar a ese nivel. Hay senadores de derecha extrema que no van a ser convencidos de ninguna forma, pero hay republicanos más moderados con los que hay que establecer relación directa y platicar para convencerlos de que el crimen organizado en México no es del tipo terrorista, porque no tiene objetivos políticos.

El republicano Donald Trump tomará protesta como presidente de Estados Unidos el próximo lunes 20 de enero y ha prometido que hará pagar a México todo lo que, según él, le debe a su país. No obstante, ambas naciones comparten 3 mil 152 kilómetros de frontera, problemas comunes –como la migración– y, además, son principales socios comerciales. Por verse, hasta dónde llegarán sus amenazas.

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