Estados Unidos, bajo principios de asimetría, está proyectando objetivos de imperialismo económico que no dan signos de estar a su alcance. En el plano económico, sumergido en una de sus peores crisis –cuya particularidad radica la caída en los niveles de oferta, superiores a los reportados en la demanda– nos hace ver lo lejos que quedaron esos tiempos de incuestionable poder económico, cuando sus exportaciones representaban un tercio de las exportaciones mundiales (Fuertado, 1971). Comportamiento que no pudo sostenerse más allá de unos pocos años después de las posguerra, y hoy, con un déficit comercial que supera los 918 mil millones de dólares, este país ha perdido autosuficiencia económica al consumir más de lo que produce. Algo nunca visto en la historia del capitalismo imperialista estadunidense.
De forma simultánea, a nivel interno, el vecino país del norte presenta un proceso de vaciamiento democrático tendiente a consolidar formas oligárquicas. De acuerdo con el premio nobel del año 2021, Joseph Stiglitz (2023), entre 1980 y 2014 el ingreso promedio real del 1 por ciento de la población más rica en Estado Unidos aumentó en 169 por ciento, lo que le llevó a incrementar en más del doble su participación en el ingreso nacional, al pasar del 10 al 21 por ciento. Comportamiento que es superado por el 0.1 por ciento de la población más rica que, durante el mismo periodo aumentó su ingreso promedio real en un 281 por ciento, triplicando así su porción del ingreso nacional, al pasar del 3.4 al 10.3 por ciento. Tendencias que contrastan con lo reportado en las remuneraciones medias por hora de los trabajadores que apenas aumentaron en un 9 por ciento entre 1973 y 2014, pese a que en el mismo periodo la productividad creció en un 72.2 por ciento. Esta falta de procuración a sus clases trabajadoras posibilitó la aplicación de políticas que atentaron en contra de su industria, y que en gran medida explican la crisis de producción que hoy presenta.
En el plano geopolítico, el gobierno estadunidense se ha convertido en un factor de desorden mundial. Con la aplicación de un modelo estratégico clásico pero inadaptado a una nación de escala continental, el gobierno de Washington y su “estrategia del loco”, se presenta como irresponsable ante los adversarios potenciales para intimidarlos. De esto han sido testigos en semanas recientes los gobiernos de Ucrania, Dinamarca, Canadá, por mecionar los más mediáticos. Pero, no conforme con los frentes abiertos en estas latitudes, a menos de dos meses de su toma de posesión, el presidente Donald Trump ha hecho efectiva la aplicación de tasas arancelarias del 25 por ciento, que tiran por la borda los acuerdos comerciales firmados con México. Anulando con ello su estrategia económica impulsada desde la década de 1990, dirigida a salvar al sistema económico de sí mismo. Cuyo origen y destino, fue el fracaso de sus políticas imperialistas.
Ante este escenario de belicismo arancelario, nuestro país se enfrenta a un reto de reestructuración de la colocación de su producción, ya que desde la entrada en vigor del TLCAN (1994) y la política de crecimiento hacia el exterior que le acompaña, la producción manufacturera nacional ha tenido como principal destino el mercado estadunidense. En el periodo de enero de 1993 a diciembre de 2024, el 91.1 por ciento del total de exportaciones (incluyendo maquila) tuvieron como destino América, el 85.5 por ciento América del Norte y el 83 por ciento Estados Unidos. En materia de importaciones, el compartamiento que se registra es más diversificado pues, en el mismo periodo, del total de importaciones (incluyendo maquila), el 61.8 por ciento provinieron de América, el 57.9 por ciento de América del Norte y 55.5 por ciento de Estados Unidos. Esto como resultado de la presencia China (ver gráfica 1).
Gráfica 1
México: comportamiento de las exportaciones e importaciones a Estados Unidos y China, enero de 1993 a diciembre de 2024
(participaciones porcentuales)
Fuente: elaboración propia con datos del Banco de México https://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?sector=1&accion=consultarDirectorioCuadros&locale=es
Hay que recordar que el ciclo de crecimiento económico conocido como “el milagro mexicano” vivido en la segunda mitad del siglo XX se dio en un momento constitutivo del imperialismo norteamericano, el escenario actual, de caída de la hegemonía estadounidense y tránsito hacia una economía global multipolar, nos abre la posibilidad de un “segundo milagro mexicano”.
Por ello, contrario a lo que los agoreros del desastre pronostican, las políticas trumpistas colocan a nuestro país en una coyuntura en la que se puede romper, por fin, con el atavismo neoliberal de una política industrial decidida desde el exterior. Ya que se abre la posibilidad de un tipo de integración a la economía global que no implica el sacrificio de nuestro mercado interno, como demandaba la estrategia de crecimiento hacia el exterior de corte neoliberal, impuesta desde Estados Unidos en la década de 1990.
En este sentido, consideramos que el principal reto del segundo piso de la 4T consiste en ampliar los grados de autonomía y soberanía económica. Como se puede apreciar, esta propuesta va encaminada a una mayor participación estatal en aras de constituir un sistema económico nacional más articulado y capaz de plantear su propio dinamismo. Pues no se puede seguir permitiendo que sean las élites económicas globales las que posean la atribución de la planificación económica a escala nacional ya que, con ello, se pone en franca desventaja a las y los trabajadores que, carentes de un Estado que los represente, ven limitadas sus posibilidades de hacer frente a los mecanismos trazados por las grandes empresas multinacionales para lograr su mayor objetivo: la maximización de la ganancia.
Cierro diciendo que la oportunidad de fortalecer nuestro mercado interno es histórica. Por eso hoy, queridas y queridos lectores, en este país, más que sonar notas fúnebres (como afirman los nostálgicos del neoliberalismo), lo que se oye el graznido del águila, cuyo vuelo es un cantar.
Referencias
Furtado, Celso. 1971. El poder económico: Estados Unidos y América Latina. Buenos Aires: Biblioteca fundamental del hombre moderno.
Stiglitz, Joseph. 2023. La desigualdad y el crecimiento económico. En Jacobs Michael y Mariana Mazzucato Otro capitalismo tiene que ser posible. Pensar fuera de la ortodoxia. Argentina: Siglo XXI Editores. (pp. 258-294)
*Licenciada y doctora en economía por la Facultad de Economía de la UNAM; maestra en estudios latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM). Profesora investigadora de la UAM-Iztapalapa. Su campo de especialización es en economía política.
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